Puede correr la gasolina por las venas, o tener un volante en la cabeza. Cuando un piloto es vocacional, vive el motor en plenitud. Es el caso del piloto ruso Danii Kyviat, que este año acompañará a Daniel Ricciardo en la escudería Red Bull, en la Fórmula 1. Ya en la cima de la élite mundial, este fin de semana se dejó ver –también pilotando– en el circuito italiano de South de Garda (Lonato), una de las mecas de los karts en Italia.
Se trataba de una jornada de entrenamientos, las que precisamente son más golosas para los pilotos, menios frecuentadas por los aficionados. Kyviat, que empezó su carrera en los karts, se acercó sin el menor problema a compartir experiencias con los más pequeños.
Entre ellos estaba una de las promesas del karting español, el joven (10 años) piloto madrileño José Antonio Gómez, del equipo Asturias DPK Racing. Gómez se había trasladado a Italia (donde está desarrollando parte de su incipiente carrera) a los entrenamientos de fin de semana, que han sido pasados por agua. El tercer protagonista de la foto es un mecánico del equipo DPK.
La Fórmula 1 es el sueño –dormidos y despiertos– de miles de chicos que cada fin de semana hurtan horas al sueño, la familia, la play station y los juegos infantiles para entregarse a esta dura disciplina. Deportistas como Kyviat son precisamente su inspiración, porque saben que los peleones y explosivos karts son el camino parav pilotar un monoplaza en la exigente parrilla de la Fórmula 1. Fue precisamente como empezó Fernando Alonso en el motor.
Ídolos de masas, los pilotos de la maxima competición no se prodigan entre el deporte de base. De ahí la importancia del gesto de Kyvuat, que dejó ver a este joven y valeroso piloto madrileño que los ídolos, a veces, son de carne y hueso, e incluso amables.