Desde que McLaren y Honda firmaron su alianza, el crecimiento ha sido tan evidente como insuficiente. Tras dos años de decepción, el 2017 se erigía como punto de inflexión para esta escudería, que se agarraba al cambio de normativa para ofrecer su mayor evolución. Pese al optimismo que por momentos irradian figuras como Fernando Alonso, los precedentes son claros: Red Bull y Ferrari son las únicas escuderías que pueden quebrar la hegemonía de Mercedes. Sólo estos equipos han dado atisbos de poder en 2016, como los dio Ferrari en 1999, Renault en 2004, Red Bull en 2009 y Mercedes en 2013.
Evolución insuficiente
El progreso de McLaren-Honda desde hace dos inviernos hasta la fecha salta a la vista. La escudería británica ha resuelto de forma mayúscula sus problemas de fiabilidad, y tras una temporada desastrosa en la que sumar puntos fue una auténtica proeza, en este 2016 se han vislumbrado ápices que invitan a soñar. En el Gran Premio de Mónaco y en Estados Unidos, Alonso alcanzó un quinto puesto, que no obstante no ha servido más que para maquillar otra decepción.
Y es que, pese a pasar de ser el noveno equipo a terminar sexto el Mundial de Constructores en 2016, en McLaren-Honda persisten los problemas. La progresión ha sido más lenta de lo esperado, ya que a principios de temporada desde el equipo se marcaron como objetivo subir al podio en las últimas carreras. Desde McLaren achacan estos problemas a la unidad de potencia. Y mientras, los japoneses, lanzan mensajes de desilusión. “La eliminación de los tokens no acelerará el desarrollo”, señaló hace unos días Hasegawa.
Pese a eso, el reciente cambio de rumbo con la llegada de Brawn y la falta de patrocinadores, los mensajes de ilusión y esperanza son continuos. Todos se agarran al cambio de normativa para pelear por el título, y hasta los pilotos reconocen públicamente esa posibilidad. Sin embargo, los precedentes dictan todo lo contrario. La diferencia abismal que ha existido esta temporada entre Mercedes y McLaren-Honda imposibilita que el piloto asturiano conquiste el Mundial en 2017.
Precedentes
Desde el año 2000, diferentes equipos han impuesto su hegemonía en el gran circo. Sin embargo, antes de materializar su superioridad dieron un fuerte aviso. En 1999 Michael Schumacher finalizó quinto el Mundial, con seis podios y dos triunfos. Después enlazó cuatro Mundiales consecutivos con Ferrari. Algo similar pasó después en 2004, el año previo a los dos campeonatos consecutivos de Alonso. El español terminó cuarto y abrió la botella de champán en cuatro ocasiones. Ya se vislumbraba entonces la posibilidad de un cambio de rumbo.
Los otros dos giros significativos en las dos últimas décadas también fueron predecibles. En 2009 Button conquistó su primer y único Mundial gracias al doble difusor en el 'hola y adiós' de Brawn GP. Ese curso Vettel terminó subcampeón, con una suma de nueve podios, entre ellos cuatro triunfos. Los excelsos resultados, además, se produjeron en la segunda mitad de la temporada, un anticipo de lo que vino después: cuatro años de dominio de Red Bull. En el último, Hamilton logró cinco podios que han dado lugar a tres Mundiales consecutivos de Mercedes.
Queda patente que las hegemonías tienen principio y final, pero que el relevo que las sucede siempre ha dado muestras de poder hacerlo. La distancia abismal entre Mercedes y McLaren-Honda, de más de dos segundos, hace prácticamente imposible que Alonso y Vandoorne puedan pugnar por el Mundial. Ferrari, y sobre todo Red Bull, se erigen como alternativas mucho más fiables para desbancar al equipo alemán de la cúspide.
Alberto Puente