Nuestra aventura empezó en Madrid el último jueves antes de finalizar el 2016, a media tarde cargamos nuestras maletas, regalos de papá Noel, diversos enseres, la perra y nos pusimos en marcha: próxima parada Tortosa. En esta primera parte de la ruta hemos recorrido algo más de 600 km en los que podemos empezar a hablar de las primeras sensaciones que nos da el Superb Combi. Igual que en el otro modelo que probamos, las sensaciones que ofrecen son muy buenas. Es un coche que a primera vista puede dar aspecto de que no va a ser nada eficiente debido a su gran tamaño, pero con él puedes recorrer grandes cantidades de kilómetros sin darte cuenta y por poco dinero. Lo primero que hicimos fue activar los asientos calefactables ya que fue una semana bastante fría, también activamos los de las plazas traseras en las que transportábamos a nuestra perra, en vista de lo que tardó en dormirse estoy seguro de que eso de llevar la tripa calentita le gustó. Después pasamos al modo control de crucero adaptativo, line asist y a devorar kilómetros. Con todo el peso que llevaba, el consumo medio al llegar a Tortosa estaba en torno a los 6.5 litros, cosa que está al alcance de muy pocos y menos si son combis. Por lo que sus 150 Cv 2.0 TDI rindieron lo que se esperaba de ellos, mucha eficiencia y respuesta, a muy muy bajo consumo.
Al día siguiente, comenzamos con la primera etapa del viernes, Tortosa-Zaragoza. Aquí la niebla fue nuestra amiga inseparable. Partimos el viernes por la mañana con las carreteras heladas y una abundante y espesa niebla, que en ocasiones no permitía ver mas allá de dos líneas de carretera y sin ningún tipo de miedo el Superb se abrió camino. En esta ocasión, en lugar de circular por autovía decidimos ponerlo a prueba por las carreteras secundarias, en la que este tipo de coches suelen hacerse un poco más incómodos, pero no, en este caso no fue así. Con el coche cargado nuevamente, es capaz de desenvolverse sin problema y hay que tener en cuenta sus 1385 kg de peso más todo el peso que le cargamos nosotros. Después de tres horas, y por fin pudiendo ver el horizonte sin niebla, divisamos el Pilar de Zaragoza. Como ya es casi hora de comer, nos metemos en un centro comercial, al contrario de lo que pueda parecer, este coche cuenta con una gran maniobrabilidad, por lo que aparcar este “gigante” no supone ningún problema. Bueno si, que como ahora hacen las plazas más pequeñas para que entren más coches, tienes que elegir si prefieres que se quede medio morro o medio culo fuera de la plaza. Es el precio a pagar por llevar un vehículo tan amplio y es que sus medidas son de 4.86 metros de largo y 1.86 metros de ancho.
Después de comer reanudamos la marcha, siguiente destino Salou, esta vez, como íbamos más justos de tiempo, decidimos ir por el peaje, en esta etapa hay poco que contar, excepto bondades, a velocidad de crucero constante y el coche sin ningún tipo de carga, salvo conductor y acompañante, el consumo es casi ridículo, no llegaba ni a los 6 litros. Una vez en Salou un par de amigos (que confieso no son muy amantes de grupo VAG) se sorprendieron gratamente al ver el grandísimo espacio, la cantidad de extras y los acabados de este modelo.
Pasamos la tarde allí y enfilamos la última etapa, esta vez no son muchos kilómetros, aunque por el tipo de carretera fueron los más complicados, Salou-Tortosa por la N-340. Todo el que alguna vez haya pasado por ella sabe que es de las peores, y para los que no la conozcáis es una de las que registra uno de los mayores índices de siniestralidad. Con su doble línea continua casi permanente, sus cambios de rasante, incorporaciones y salidas por doquier, hacen que conducir por ella sea bastante peligroso y debas ir, mas todavía si cabe, con los 5 sentidos. Pues bien, aquí nuestro Superb tampoco nos decepcionó en absoluto, haciendo cambios de marchas, adelantamientos y pasos por curva impolutos sin apenas notar que llevaba un combi. Y por fin llegamos a nuestro destino, cansados, pero deseando llegar al día siguiente para someterlo más todavía.
Amanecemos el sábado 31, último día del 2016 y decidimos que lo mejor para terminar el año es perdernos por las playas inaccesibles de El Perelló. Volvemos a ponernos a los mandos del Skoda y nos resulta increíble como su opción de 4×4 nos lleva por caminos de cabras sin un solo paso en falso. Visitamos playas increíbles, donde aprovechamos para hacer las últimas fotos, aparcando en sitios con muchísima pendiente en las cuales pudimos entrar y salir sin ningún problema.
Y así terminamos nuestro 2016, con lo que más nos gusta, conduciendo.
Llega el 2017 y toca vuelta a la rutina, el primer día del año, cargamos el coche en Tortosa para volver a la capital y desandar lo andado. Aunque nos parecía difícil, el coche venía más cargado de lo que se fue, y es que cuando uno visita a la madre, ya se sabe, toda comida y cosa les parece poco para darte, con lo cual esta vez pudimos sacarle partido a la red de seguridad de perros que traía el coche pero no para sujetar a la perra, que nada más montarse se volvió a quedar frita, sino para evitar accidentes con las cosas en caso de frenada. Tengo que decir, que me parecía a simple vista bastante endeble, pero me sorprendió positivamente ya que una vez que la tocabas era de plástico muy flexible, pero bastante duro.
Así llegamos a Madrid. Nos disponemos a sacar todo mientras pensamos en el resumen del viaje y siempre nos saca una sonrisa.
No soy partidario de los diésel, pero en este caso y al hacer tantos kilómetros, que fueron en torno a 2000, este combustible hizo que no me arruinara durante el viaje y es que con aproximadamente 150€ pude recorrer más de medio país cómodamente.
Si estáis interesados en conocer más al detalle todos los extras, equipamiento y demás información del Superb, os dejo el enlace del otro que ya pude probar.
Stiwie Lopez