Ha transcurrido más de una década desde el último Mundial que conquistó Fernando Alonso. Ahora, a sus 35 años, el español empieza a vislumbrar otros horizontes más allá de la Fórmula 1. Su tercer campeonato es sólo uno de los tres objetivos que le restan hasta su retirada, aunado a las 24 horas de Le Mans y las 500 millas de Indianápolis. El más cercano, por el momento, es el último. El asturiano buscará el triunfo, en su primera incursión en esta modalidad, el próximo domingo 28 de mayo.
Los focos están centrados en su figura, y no es para menos. El asturiano ha exhibido su talento con un aprendizaje forzoso que refrendó en la calificación del pasado fin de semana. El sábado se coló entre los nueve mejores y el domingo cerró su quinto puesto. Y su primera reacción fue de lamentación: “Hubiese estado bien hacer la pole”. Según el español, un problema en el último giro les hizo perder una milla de velocidad punta que les hubiese situado a la cabeza de la parrilla. No obstante, su candidatura al triunfo es más que evidente. En el camino, no obstante, tiene varios pilotos que tratarán de amargarle sus retos. Algunos de ellos, viejos conocidos.
El principal favorito es Scott Dixon, el hombre de la pole. Su experiencia en las IndyCar es incuestionable. De 2003 a 2015 siempre quedó entre los tres primeros en la clasificación final, y en cuatro años (2003, 2008, 2013, 2015) resultó campeón. En total, 38 victorias y 85 podios en su haber, que le convierten el primer favorito a lograr la victoria. El mayor contraste con el neozelandés es el piloto que saldrá justo detrás de él, Ed Carpenter. Pese a su larga trayectoria, su bagaje es algo pobre: tres victorias y siete podios. El pasado curso su mejor resultado fue un decimoctavo lugar, por lo que en principio esta es una de las plazas que el asturiano tratará de remontar en carrera.
Los otros dos pilotos que partirán por delante de Alonso son dos viejos conocidos. El más curtido es Takuma Sato, que desde 1998 ha competido en casi todas las variantes del motor. Tras su paso por la Diamond Racing y la Carlin Motorsport, su llegada al ‘gran circo’ en 2002 coincidió en época con el asturiano. Siete años estuvo en la Fórmula 1, donde su mejor resultado al término de una campaña fue un octavo lugar. En 2010 abogó por embarcarse en la Indycar, donde ha competido hasta la fecha de forma ininterrumpida, a excepción de un paso fugaz por la novedosa Fórmula E. Pese a ello, en pocas ocasiones ha lidiado con la presión que conlleva estar en la zona de cabeza, un handicap para el nipón que podrá aprovechar el asturiano.
Otro que transitó en La Fórmula 1, con menos éxito eso sí, fue Alexander Rossi. Tras estar en categorías menores, logró un asiento en Caterham en 2012. De ahí paso a Manor en 2015. Su primera intención era seguir su proyección en el gran circo, pero la falta de dinero le impidió mantener su asiento en la modesta escudería. Como alternativa desembarcó en las IndyCar y de primeras se alzó con el triunfo en las 500 millas de Indianápolis, sin duda el mejor referente para Alonso. Eso sí, con una preparación más completa, en un fin de semana en el que pasó de ser un desconocido a acaparar todos los focos.
Estos cuatro hombres pretenden desvanecer las esperanzas de Alonso, al que no le ha hecho mella ser el centro de atención. Las retransmisiones de los primeros entrenamientos dejaron unos récords de audiencia en las principales vías de comunicación como Youtube. El próximo 28 de mayo tratará de cumplir uno de sus sueños antes de su retirada del motor, para la que aun queda tiempo.
Alberto Puente