Los dos campeonatos conquistados por Fernando Alonso en 2005 y 2006 abrieron un nuevo panorama en España. El asturiano acercó la Fórmula 1 a un país que paso de la ignorancia a volcarse con la competición, como reflejaron los récords de audiencia de las diferentes cadenas. Ha transcurrido más de una década y la pasión ha aminorado, conforme se han reducido las opciones de triunfo del piloto de McLaren-Honda. Él aún sueña con su tercer Mundial, pero a sus casi 36 años la tarea cada vez es más compleja. El futuro parecía cosa de un sólo hombre Carlos Sainz. Al menos así lo fundamentaba su pilotaje, atractivo para los grandes equipos, que ya le vigilan de cerca de cara a 2018.
Sin embargo, más allá del madrileño emerge otra figura del automovilismo, algo discreta hasta este verano, en el que ha explotado de forma inminente y se ha dado a conocer al mundo. Álex Palou, con veinte años, ha deslumbrado en su estreno en las World Series. Su aprendizaje está fuera de toda lógica. Aterrizó el jueves en Alemania, probó en el simulador, y se quedó cerca del mejor crono. El viernes, sobre el mítico trazado de Nurburging, confirmó las sensaciones en los entrenamientos libres. De ahí, a consumar las dos poles.
Su falta de experiencia se notó en la primera carrera, con una salida poco acertada y una frenada en seco que acabó con sus opciones y echó al traste la carrera de un rival. Eso le bastó para pulir todos los aspectos el domingo, donde las adversas condiciones no fueron un obstáculo. Arrancó detrás del safety-car por culpa de la lluvia, y afrontó con endereza las tempraneras paradas para el cambio de neumáticos. Y eso que jamás había pasado por el pit-lane en una prueba. Un triunfo con su condición de ‘rookie’ que hizo entrar en éxtasis a un equipo que tampoco sumaba ninguna victoria en esta temporada.
La hazaña consumada en las World Series no ha pasado desapercibida por la exigencia de la competición, que ha hecho que se convierta para muchos pilotos en la antesala de la Fórmula 1. Precisamente Sainz se ganó su asiento en Toro Rosso tras conquistar este Mundial. Ese es el objetivo que persigue el catalán, que llevado sobre los monoplazas desde que tenía diecisiete años. Los escasos patrocinadores personales, que podrían haber supuesto un sinfín de trabas para él en un deporte de alto costo, fueron suplidos con su talento.
Adrián Campos, un hombre que también guió a Alonso en sus inicios, le ofreció un volante en la Euroformula Open y en la Fórmula 3 en 2014. En este año el español consiguió cuatro triunfos y finalizó en tercera y segunda posición respectivamente. Tras vislumbrar en Palou un interesante potencial, le ascendió a la GP3 series al siguiente curso. Ahí, tanto en 2015 como en 2016, tan solo fue capaz de alcanzar un podio. Un bache similar al que atravesaron en su etapa de madurez Sainz y Alonso. Sin embargo, el catalán ha respondido en el momento más oportuno, crucial para suscitar la atención de los expertos.
A sus veinte años no tiene prisa por dar el salto a la Fórmula 1, pero a corto plazo su preparación puede ser la idónea. Todo apunta a que repetirá en 2018 en las World Series y de ahí, quién sabe, pase a formar parte del ‘gran circo’. Lo que está claro es que la pasión que desató Alonso hace una década por este deporte se ha traducido en una gran hornada de jóvenes talentosos. Palou es el último en emerger, pero parece capacitado para seguir la estela de los más grandes.
Alberto Puente