jueves, octubre 3, 2024
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El Gobierno se queda solo con sus previsiones optimistas

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El Gobierno mantiene a capa y espada que no ha pecado de optimista en sus previsiones sobre el comportamiento de la economía y que puede mantener su compromiso de reducir el déficit (la diferencia entre lo que ingresamos y lo que gastamos) hasta el 6 % en 2011.

Pero a la vista de lo que opinan el Fondo Monetario Internacional, el Banco de España, las agencias de calificación como Moody’s o los servicios de estudios de algunos de los grandes bancos, cualquier persona medianamente prudente se preguntaría: ¿Y si tienen razón y estamos errando en las previsiones? ¿No sería bueno tener en la recámara el Plan B que sugería Miguel Fernández Ordóñez?

«El problema de las rectificaciones», dice un reconocido analista financiero, «es que, aunque se exigen, luego son muy mal valoradas en el mercado. Te acusan de inmediato de improvisación y falta de perspectiva».

La clave es la confianza. La confianza permitirá aumentar el consumo. El aumento del consumo hará subir el Producto Interior Bruto, que mide la riqueza de un país. Ese crecimiento facilitará la vuelta a la creación de empleo, ingresar más para afrontar el pago de la deuda y reducir el déficit público. Pero parece que en este último trimestre no se verá un aumento del consumo y que las subidas anteriores a julio sólo tenían como razón adelantarse al aumento del IVA.

El FMI considera que este año decreceremos un 0,3% para crecer el 0,7% el próximo año, frente a una previsión del Gobierno que fija el aumento para 2011 en el 1,3%, casi el doble. Es verdad que el pronóstico del FMI es mejor que el que hacía en junio, nos concede una décima más de PIB y piensa que creceremos por encima del 2% (el ratio que permite crear empleo en España) a partir de 2013, cuando antes no nos fiaba esa velocidad de crucero hasta tres años más tarde.

El Fondo ve arriesgados los pronósticos del Gobierno. Cree que hay muchos desequilibrios que vencer y que el problema de la deuda no se estabilizará hasta 2015. Una previsión que comparte Moody’s, que señalaba la semana pasada que la situación de la economía seguía siendo muy vulnerable y que en lo referente a la deuda, los mercados estaban muy volátiles, lo que podría alterar las previsiones del Gobierno. De hecho, la última emisión de bonos realizada (la primera desde la bajada del rating por parte de Moody’s) nos ha salido un 10% más cara que la anterior de similares características.

Pero el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, reitera que «estamos convencidos que nuestras previsiones de crecimiento se van a cumplir». Más les vale, porque si no, pasaríamos del sistema de libertad vigilada en que vivimos, a una especie de tortura. El malestar contra Grecia quedaría en un simple rapapolvo si quien incumple es España.

El Gobierno no ha ocultado su malestar por los comentarios de Fernández Ordóñez, a quien reiteradamente acusan de meterse donde no le llaman. Pero ya los fuegos que apagar son legión. Barclays, en un informe publicado a finales de septiembre, consideraba que los presupuestos de 2011 «se basan en un cálculo demasiado optimista» y añaden que «serán necesarias medidas adicionales para poder reducir el déficit hasta el 6% en 2011».

Elena Salgado, la ministra de Economía, pide un margen a los mercados. Su argumento es el siguiente: «en 2009, cumplimos nuestras previsiones, y este año también lo estamos haciendo. ¿Por qué no va a ocurrir lo mismo en 2011?». Lo que no dice, es que, sólo este año, se han modificado al menos tres veces los porcentajes. Pero los compromisos del mes de mayo con Europa, son inamovibles.

Por eso, aunque el Gobierno insiste en que no va a haber medidas de ajuste adicionales, cualquier desviación a la baja en la evolución de las distintas variables, tendrá necesariamente que traer nuevos recortes en el gasto.

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