Francia asume este sábado la presidencia de turno del G20 con un ambicioso programa por parte del presidente Nicolas Sarkozy y el reto de implantar las complejas directrices acordadas esta semana en Seúl. Por si esto fuera poco, el G20 tendrá que afrontar una posible expansión de la crisis de deuda pública desatada en Irlanda y que podría trasladarse a países como España, Italia, Portugal o Grecia.
Sarkozy se apropió ya el viernes de una primera victoria en cuanto su homólogo surcoreano, Lee Myung Bak, le ofreció el relevo en Seúl al asegurar que «Francia ya ha contribuido aquí al consenso» del grupo que integra a los países más desarrollados y a los más emergentes tras la firma de un documento de intenciones, que no se concretará hasta 2011.
A diferencia de la presidencia del G8, que es rotativa y que Francia asumirá en enero próximo, la del G20 se obtiene mediante un calendario negociado, por lo que los analistas creen que el líder galo se apoyará en su proyección internacional para distraer la atención de la violenta oposición social que sufre por su plan de pensiones y lograr así su reelección en 2012.
«En una escala de dificultad, el G20 es más difícil que la presidencia rotativa de la UE en plena crisis de 2008, sin duda. Las diferencias en cultura, vínculos, historia o intereses son exponencialmente diferentes comparadas con las europeas», aseguró en Seúl al cierre de una controvertida cumbre que ha girado en torno a las tensiones entre China y EEUU por sus tipos cambiarios.
Sarkozy anunció que durante su presidencia no va a decirle a los países del grupo lo que tienen que hacer, en referencia a China y Asia a la vez que se ha desvinculado de EEUU.
La agenda francesa
La agenda del G20 para la presidencia francesa incluye un compromiso para evitar las devaluaciones competitivas y trabajar para reducir los desequilibrios mundiales una vez se identifiquen, en 2011, las distorsiones que afectan a cada país, además de una serie de normas para que los bancos paguen por sus rescates. De esta compleja tarea de identificación tendrá que ocuparse Francia durante su mandato de un año.
El documento recoge también los peligros de una escalada de devaluaciones competitivas y de flujos de capital volátil, en consonancia con uno de los doce objetivos más ambiciosos presentados por Sarkozy en agosto pasado para su agenda presidencial del G20: acabar con el predominio del dólar como moneda de referencia de reservas y buscar divisas alternativas.
La agenda de Sarkozy «es de una ambición sin igual», señaló John Kirton, co-director del Grupo de Investigación del G20 de la Universidad de Toronto y presente en la cumbre de Seúl. Esta ambición, añadió Kirton, más que napoleónica «es gaullista», dijo en referencia al líder Charles de Gaulle, quien convirtió en oro la mayor parte de las reservas galas en dólares, una medida que aceleró en 1971 el abandono del patrón de este metal para definir los tipos de cambio en favor del dólar.
La sustitución del billete verde como divisa de referencia es una de las dos propuestas más atrevidas del mandatario galo para el G20; la otra es la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, asegura Kirton.
Sarkozy dijo en agosto que afrontará los objetivos que el grupo se marcó en Pittsburg (EEUU) en 2009 en el Marco de un Crecimiento Fuerte, Sostenible y Equilibrado, pero agregó que aunque ese trabajo es «importante y la credibilidad del G20 depende de él», no le parecía suficiente.
«Paradójicamente, va a ser más fácil ser atrevidos», aseguró, y a continuación esbozó una docena de propuestas, como las dos mencionadas, y otra decena entre las que se incluyen el refuerzo de mecanismos de gestión de crisis con directrices multilaterales o la creación de un nuevo mecanismo de consulta de divisas más allá del grupo de ministros de finanzas y gobernadores de bancos centrales del G7.
Otras propuestas son regular los precios de las materias primas para evitar la especulación, crear herramientas para que los países importadores se protejan contra la volatilidad de las divisas, una reforma de gestión del G20 que incluya un secretariado, el desarrollo global, normas de buena conducta y mejores prácticas para ayuda pública, un impuesto para transacciones financieras, afrontar los Objetivos de Desarrollo del Milenio y el problema del cambio climático abordado en la cumbre de Copenhague.
Apoyo popular
Si Sarkozy consigue avances en alguno de estos objetivos, es probable que renueve el apoyo popular del que ahora carece cuando finalice la presidencia del G20, justo antes de las elecciones en su país.
Las propuestas del líder galo, que incluye una alianza de seguridad con Rusia, son vistas por Washington como una desestabilización contra su supuesta hegemonía que recuerda a la Guerra Fría, y que puede molestar a Alemania y el Reino Unido, a pesar de que Sarkozy asegura que son complementarias para las naciones del Atlántico y la OTAN.
El G20 representa el 90 por ciento de la producción mundial y dos tercios de su población y la presidencia de Sarkozy del grupo finalizará con una gran cumbre que se celebrará en Niza a finales de 2011.