Los líderes de la Eurozona han acordado un segundo rescate a Grecia valorado en casi 160.000 millones de euros, de los que casi un tercio provendrá del sector privado, y han impulsado medidas con las que espera cortar de raíz la crisis de la deuda y frenar un posible contagio a otros países periféricos.
La implicación del sector privado supone una victoria política para la canciller alemana, Angela Merkel, que saludó extraordinariamente esta aportación», pero también se trata de una iniciativa que podría considerarse, sin embargo, un impago.
No obstante, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, ha dicho que «no cree» que el segundo rescate pueda considerarse un impago, y ha añadido que los países de la UE «están preparados» en caso de que se llegara a este extremo.
En la misma línea se expresó el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, quien insistió en que depende de las agencias de calificación de riesgos decidir si supone un impago.
Los líderes de la Eurozona quisieron dejar claro que la implicación del sector privado solamente se aplicará a Grecia porque se trata de un caso único.
La aportación «oficial», es decir la de la Unión Europea (UE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI) ascenderá a 109.000 millones de euros, mientras que los acreedores privados de la deuda griega -a los que se implica por primera vez en un plan de rescate- aportará otros 50.000 millones, todo ello entre 2011-14.
De este último importe, 37.000 millones de euros provendrán de una contribución «voluntaria» de los bancos y 12.600 millones de un programa de recompra de bonos griegos.
A más largo plazo, la contribución neta del sector privado para el periodo 2011-2019 será de 106.000 millones de euros.
Los acreedores privados tendrán cuatro opciones para aportar los 37.000 millones de euros -tres son diferentes formas de canje con descuentos y diferentes plazos de vencimiento (15 y 30 años) y un intercambio de bonos una vez cumplan su vencimiento, según Merkel.
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, cifró en 135.000 millones de euros la aportación del sector privado en 30 años para ayudar a reducir la deuda griega, y subrayó que la cumbre tenía «prohibido» fracasar hoy en el apoyo a la moneda única.
Ambos mandatarios acordaron el miércoles en Berlín una posición común, pero el acuerdo se hizo esperar aún así nueve horas por los detalles técnicos que había que consultar constantemente.
Por su parte, con el fin de mejorar la sostenibilidad de la deuda griega, los líderes de la Eurozona ampliarán al máximo posible los plazos de devolución de los préstamos procedentes del fondo de rescate desde los actuales siete años y medio a un mínimo de 15 años y un máximo de 30 años y con un período de gracia de diez años).
Además, se reducirán los tipos de interés de los créditos de este instrumento del 4,2 % al 3,5 %.
Los líderes ampliarán además «sustancialmente» el plazo de vencimiento del actual rescate.
Los jefes de Gobierno y de Estado, conscientes de que no podían tranquilizar solamente a los mercados con un segundo plan de rescate a Grecia, también han acordado medidas encaminadas a cortar de raíz un posible contagio de la crisis de la deuda a otros países.
Para eso darán más poderes al fondo de rescate. Eso le permitirá actuar por precaución con líneas de créditos preventivas, la recapitalización de bancos a través de préstamos a gobiernos, incluyendo los países no rescatados, y la intervención en el mercado secundario de la deuda.
Solo podrá intervenir en el mercado secundario a partir de un análisis del BCE que determine circunstancias excepcionales y riesgos para la estabilidad financiera y por consenso de los países. «Eso significa que podremos reaccionar mucho mejor. En el último año y medio ha quedado claro que tenemos que trabajar mejor juntos en Europa y contar sobre todo también con los instrumentos adecuados para el futuro», sostuvo Merkel.
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, consideró que la Eurozona se ha dotado de «un poderoso arsenal» para apoyar a los países en riesgo que generará certidumbre en los mercados, permitirá relajar las presiones sobre la deuda y transmitirá confianza y tranquilidad.
Estrella Digital/EP