Grecia vota mañana para salir de un atolladero, pero ni la opción más revolucionaria, Syriza, obrará un milagro que saque al país de una situación de profunda depresión. Como señala a este diario María Jesús Fernández, analista de Funcas, lo más probable “no ocurra nada fuera de lo común”.
Ha pasado más de un lustro desde el 4 de octubre de 2009, día en el que el Partido Socialista de Grecia (PASOK) llegará al poder. Momentos después de que Yoryos Papandreu tomará el mando del país, indicaría que el déficit público estaba desbocado en el 12,7%. De un día para otro se descubrió que su déficit no eran 7.000 millones como se aseguraba antes, sino de 30.000 y que Grecia había mentido año tras año al ofrecer sus cifras. Aquel terremoto provocó que saltaran todas las alarmas económicas de Europa. En apenas unos meses, Grecia ya no era capaz de pagar sus nóminas ni los intereses de su deuda. El 21 de abril de 2010, comenzaron las negociaciones entre el Gobierno de Grecia y las instituciones europeas.
Improbable ‘Grexit’
Las tensiones respecto a la posible victoria de Syriza son un hecho en el entorno económico europeo. Bruselas ha repetido que solo se trabaja en la dirección de que Grecia siga en el euro. Sin embargo, desde el gobierno alemán se filtró que podría darse una salida ordenada de Grecia, si decide no pagar la deuda. Incluso el siempre políticamente correcto Jean-Claude Juncker avisó a los griegos de que “no voten mal”.
Aunque el escenario es de incertidumbre Fernández destaca que «la posibilidad de salirse del euro es difícil». Además, que la posible salida de la moneda común solo traería más problemas a la economía griega, puesto que, «la deuda la tiene en euros, su salida y adopción de una moneda más débil multiplicaría esa cantidad».
En realidad, el papel del futuro gobierno griego es muy limitado advierte la analista de Funcas. «Las medidas que propone Syriza no podrían llevarse a cabo al faltarle financiación», Grecia está fuera de los mercados y su financiación, salvo dos emisiones, proviene de la Troika. Por eso, «a Grecia no le conviene hacer nada fuera de un acuerdo».
La situación griega aún es agonizante pero cree Fernández que «el ajuste 'gordo' ya se ha llevado a cabo». De hecho, La economía ha vuelto a crecer y ya posee superávit primario, sin el gasto por intereses ya es capaz de hacer frente a sus gastos. Todo ello le posibilitará al nuevo gobierno llevar a una negociación con los acreedores para «aligerar plazos y mejorar intereses» aunque la analista ve complicado, aunque no descarta, que se efectúe una gran quita.
Un 80% de la deuda es con la Troika
La deuda pública supone 318.000 millones de euros, es el doble casi que la que tenía el país hace una década. Supone más del 175% del PIB griego y es un lastre para la economía griega. Explica Fernández que “es difícil que se pueda producir una gran quita o que algún partido (incluido Syriza) promueva un impago”. En palabras de la analista lo más factible para Grecia “sería una renegociación de los plazos”.
El 80% del total de la deuda griega pertenece a la troika. Esa acumulación de deuda se ha llevado a cabo después de la reestructuración de 2011, cuando el apalancamiento griego superaba los 355.000 millones. Del total, 100.000 se debían a la troika y 55.000 al Banco Central Europeo. Al resto, en manos privadas, se le aplicó una quita del 53%, reduciendo el importe hasta los 95.000 millones, que posteriormente compro el BCE. Además, a esos 185.000 millones (100.000 de la Troika, más 55.000 del BCE, más la nueva compra de 30.000 millones) se le suma cerca de 70.000 millones de una línea de crédito que ofreció.
Cada griego adeuda a cada español una cifra cercana a los 3.000 euros
A España le debe cerca de 30.000 millones de euros. Cada griego adeuda a cada español una cifra cercana a los 3.000 euros. El impago que promueve Syriza iría en contra de los países que han prestado a Grecia y no contra los 'mercados especulativos'.
Aunque pueda parecer todo lo contrario, la intervención de la Troika en Grecia ha ayudado a solventar la difícil situación de la economía helena. Es más, en 2013 los griegos pagaron por su deuda pública unos intereses nominales más bajos que Alemania. Ese mismo año, gracias a la Troika, Grecia fue el cuarto país de Europa que menos pagó por su deuda.
Fernández explica que la economía griega necesitaba «reformas estructurales para que el país pudiera tener capacidad de crecimiento». En un tiempo, Grecia «volverá a crecer» aunque deberán olvidarse de los excesos del pasado, ya que, «crecer no es tener el mismo nivel de antes, ni sueldos, ni pensiones ni gasto público desbocado, porque era insostenible».
Grecia pre Troika: Orgía del gasto público
La crisis que ha azotado al país heleno no es más que la consecuencia de una etapa de excesos de gasto de dinero público. La economía se basó en el apalancamiento público provocando un desfase que años más tarde ha pagado. En apenas una década el gasto público casi se ha duplicado. Asimismo, el gasto respecto a ingresos experimentó una espiral creciente, ya que, en 2007 era del 250%, en 2010 superaba ya el 350% marcando en 2011 un máximo del 400%. Es decir, por cada euro que ingresaba Grecia gastaba cuatro. Al igual que una familia cuyos ingresos son de 2.000 euros, es insostenible mantener un gasto de 8.000 euros viviendo del dinero prestado.
Una familia cuyos ingresos son de 2.000 euros, es insostenible mantener un gasto de 8.000 euros viviendo del dinero prestado
La locura del gasto público griego llegaba a casos insultantes como destapó el libro ‘Boomerang’ de Michael Lewis. Más de 40.000 mujeres tenían una pensión vitalicia sólo por ser hijas (solteras o viudas) de funcionarios fallecidos. Más de un centenar de comités creados, de dudoso eficacia y justificación, que empleaban a más de 10.000 personas. Sirva de ejemplo el “Comité de drenaje del Lago Kopais” cuya obra se había acabado en 1957. El salario medio público era tres veces superior al privado. Un hospital público tenía contratados a 45 jardineros para regar cuatro árboles o había 50 chóferes para un solo coche oficial.
Más sangrante era la situación del ‘Renfe’ griego, del que Stefanos Manos señalaba que “era más caro que meter a todos los pasajeros de los ferrocarriles griegos en taxis”. La empresa pagaba un sueldo medio de 65.000 euros. En definitiva, ingresaba 100 millones mientras que gastaba en salarios 400 y en otros gastos 300 millones.
Todo ello desembocó en un incontrolable déficit que sistemáticamente se había ocultado desde la llegada al euro en 2002. Grecia ayudado por Goldman Sachs utilizó todo tipo de maquillajes fiscales para reducir la cifra que se enviaba a Bruselas. En una ocasión se sacaron los gastos militares del balance, en otro las multimillonarias deudas de la sanidad. El banco de inversiones le ayudó en la creación de figuras invisibles a los ojos de Bruselas. Algunos de ellos consistían en crear complejos derivados que permitían la obtención de liquidez en préstamos, también camuflaban los créditos como intercambios para que no figurará como deuda.
Todo funcionó hasta que la crisis forzó a Papandreu reconocer un agujero de 23.000 millones de euros. De un día para otro el déficit pasó de 7.000 a 30.000 millones. En aquel momento la historia de Grecia cambiaría. Ahora Grecia se prepara para unas nuevas elecciones generales y aunque en ciertos sectores reina la euforia, el sentido común la desecha. Grecia saldrá de sus problemas económicos si no recae en sus males pasados, pero será un camino largo y duro en el que no hay atajos.