– Primero de Mayo sin gobierno, situación sin precedentes. ¿Su opinión sobre el fracaso de la constitución de un gobierno?
– Es el fracaso de una forma de entender la política, aquella en la que el diálogo se confunde con el trágala, y el programa electoral con el programa de gobierno. Las formaciones políticas han quebrado un principio básico de la democracia, que es el diálogo y la negociación 'entre distintos'. Y tienen que sacar conclusiones con celeridad.
Ha faltado cultura de diálogo y acuerdo en la política española en general, y en la izquierda en particular. No siempre mandan los problemas del país. Ha faltado altura política e intelectual en los protagonistas de la negociación y lo acabaremos pagando, lo estamos pagando ya, dejando gobernar a un ejecutivo en funciones que por no querer, ni siquiera ha querido rendir cuentas al parlamento.
Derivar este fracaso de las negociaciones hacia el “y tú, más” no ayudará a corregir en el futuro lo que no se hizo bien ahora. Esperemos que la campaña no sea “una pasarela de vanidades y reproches”.
-¿Cree que la situación económica y de empleo ha jugado un papel relevante en las discusiones para la formación de gobierno?
-De haber sido así, el acuerdo hubiese estado al alcance de la mano. Las cuestiones sociales fundamentales brillaron por su ausencia en el escenario tripartito, dominado en exceso por los gestos y las ocurrencias. En el programa pactado por PSOE y Ciudadanos sí se hace referencia (con muy poca fortuna, en algunos casos) a estos temas, pero es sabido que ese acuerdo fue insuficiente para concitar el apoyo mayoritario de la cámara.
De ese acuerdo, la política fiscal y laboral eran, precisamente, las que nos producían a los sindicatos mayor rechazo, pero si hubiera habido una honesta voluntad de negociación en estos y otros partidos, esos capítulos podrían haber sido enmendados en línea con lo reclamado por el movimiento sindical.
Los sindicatos han conseguido parar la ofensiva contra los convenios
– 1 de mayo, contra la pobreza salarial y social. Trabajo y derechos. ¿por qué el lema?
– Porque con las políticas aplicadas durante la crisis, de manera singular en el mandato del Gobierno de Rajoy, se ha ensanchado la brecha de la desigualdad y ha aparecido con fuerza una realidad no menos preocupante, la pobreza laboral. De ahí la necesidad de reivindicar Trabajo y Derechos, porque el empleo del que presume el presidente del Gobierno en funciones retrata un mercado de trabajo inestable, dual y fracturado que solo puede contribuir a romper la cohesión social, factor decisivo en una sociedad abierta y democrática.
-¿Es el balance de las reformas laborales tan dramático como parece, en términos de salarios dignos y despidos?
– Algo peor que eso, porque no es lo que parece, sino lo que es. El Gabinete Económico de CCOO demuestra en un estudio como entre 2009 y 2014 los salarios cayeron en España un 5,3%, pero los salarios del 10 por ciento de las trabajadoras y trabajadores que los tenían más bajos lo hicieron nada menos que un 25,6 por ciento. La reforma laboral se hizo, entre otras cosas, para eso.
Aunque los sindicatos han conseguido, en buena medida, parar la ofensiva contra los convenios, no se puede negar que salarios, convenios y despidos han sido los grandes objetivos de la reforma de 2012, reforma recibida con entusiasmo por las élites patronales y financieras.
– Los paraísos fiscales, las cuentas en Panamá, la evasión fiscal, ponen de relieve el corazón más corrupto del sistema ¿Cree que es posible la regulación del sistema en términos de equidad?
-En la primera Cumbre del G20, los presidentes de los principales gobiernos proclamaron su firme voluntad de poner coto a los paraísos fiscales. Pero la mentira tiene corto recorrido.
Los paraísos fiscales expresan la miseria del sistema, y es conocido que los líderes de esa inmoralidad guardan una estrecha relación con el poder. Y lo más triste es que los paraísos fiscales solo pueden ser combatidos desde la acción internacional y concertada de los gobiernos. El sistema puede y debe ser regulado con mayor equidad. Pero hace falta voluntad política, talento y coraje para no caer en la resignación y en la maldición de que el discurso económico liberal no tiene alternativa.
Los recursos del sindicato han de ser transparentes y fiscalizados por instituciones ajenas
– ¿Cree que el sindicato puede intervenir en la nueva economía, en la llamada economía colaborativa? ¿Es la vieja unidad sindical parte de la llamada vieja política?
– La nueva economía, las redes digitales y las infraestructuras de la comunicación han de merecer algo más que curiosidad en la acción sindical, porque afecta a un universo cada más amplio de las relaciones humanas y productivas. El sindicato lleva tiempo analizando e interviniendo en un ámbito que ya es una realidad en el sector servicios. La clave de la respuesta sindical es la renovación de las herramientas de trabajo del sindicato para establecer un vínculo de comunicación con estos colectivos y para garantizar una relación contractual con estas empresas de servicios.
La vieja unidad sindical debería ser parte de la nueva política. La unidad sindical, tantos años practicada a partir de la diversidad y el pluralismo, más que vieja –que lo es por su larga vida- debería servir a las formaciones políticas para ensayar el diálogo y comprobar que compartiendo diagnóstico sobre los problemas del país y soluciones para afrontarlos se puede llegar lejos.
-¿Por qué la renovación sindical es uno de sus objetivos congresuales?
-El sindicato es útil a las trabajadoras y trabajadores si es capaz de hacer compatible la defensa de sus intereses con los grandes retos de un país. Responder a estos retos exige de una herramienta siempre engrasada y a punto. Y los sindicatos no siempre lo están. En el anterior Congreso nos propusimos poner nombre a la renovación y la transparencia del sindicato. En este confirmaremos lo que apuntamos en el congreso anterior.
– ¿Cuáles son los contenidos de la renovación, el alcance de los cambios?
Primero, el Código ético. Ser y parecer tienen que ser la misma cosa. No se trata de sancionar con rigor conductas irregulares cuando las haya, que es lo que hemos hecho hasta ahora. Se trata de impedir con la ley del sindicato en la mano, que las mismas tengan lugar. Por supuesto, los recursos del sindicato han de ser transparentes y fiscalizados por instituciones ajenas.
En segundo lugar, la Transformación de las estructuras sectoriales y territoriales. Una federación debe pensarse y organizarse para la acción en las empresas del sector. Y si para ello debe fusionarse con otra, pues se hace. Hemos acometido importantes fusiones sectoriales y culminaremos el proceso en el congreso de junio de 2017.
En tercer lugar, La acción sindical en la empresa. Los recursos humanos y económicos del sindicato han de ponerse al servicio de la acción sindical en los centros de trabajo, en muchos casos PYMES a las que se accede con dificultad. CCOO se propone consolidar una red de equipos de extensión para que en las empresas sin presencia directa del sindicato, se produzca una atención regular de sus representantes.
También, deben considerarse Las tecnologías de la comunicación, junto a la tradición de la lucha sindical, han de conjugarse para regular la participación de la afiliación en congresos, encuentros y decisiones del sindicato de trascendencia. En el congreso de junio presentaremos una propuesta contrastada al respecto.
Por último, los Órganos de dirección. CCOO fue el primer sindicato que reguló estatutariamente el límite de mandatos de sus órganos confederales. Ahora lo extenderemos a todas las organizaciones y estructuras del sindicato. De la misma forma, hemos avanzado sustancialmente en la relación directa de la dirección confederal con la afiliación. La política de comunicación de CCOO juega y seguirá jugando, en este sentido, un papel decisivo.