sábado, octubre 12, 2024
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El cambio empresarial precede al político

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Esta semana se reunía, casi en la clandestinidad, el Consejo Empresarial por la Competitividad, el más ambicioso de los grupos de presión españoles de la última época, vigilante de las políticas de Zapatero y Rajoy, este último poco cuidadoso con los egos del Consejo, lo que puede costarle algún disgusto.

Aprobaron sus cuentas anuales, sin la presencia de ningún líder empresarial conocido, y se fueron. En otro momento, César Alierta o el ya fallecido Emilio Botín hubieran presentado su penúltima idea liberadora y participado en campaña electoral.

Las multinacionales españolas trabajan desde hace meses meses en una estrategia distinta a la de los viejos influyentes del último periodo. Separados de sus cargos los más reputados, Alierta o Piqué, por ejemplo, las empresas se han puesto a actualizar sus estructuras. Mientras la nueva política no ha sido capaz de nacer, la nueva empresa ya está en marcha.

En el Santander, el apellido Botín sigue ahí, pero ya no todo es Don Emilio. Había empezado Telefónica moviendo pieza y diciendo adiós a Cesáreo Alierta. Habrá en OHL un Villar Mir, pero ya no será Juan Miguel, que esta semana dijo adiós a la corporación y se llevó consigo, de paso, al Señor Piqué.

Inditex y Repsol

Pero no son los únicos. Pablo Isla en Inditex, Luis Gallego en Iberia, Esther Alcocer en construcciones y contratas y Josu Jon Imaz en Repsol se suman a  Ana Botin y José María Álvarez-Pallete. Marcelino Fernández se prepara para sustituir a Florentino Pérez, que ansía dedicarse sólo a ganar Copas de Europa. El BBVA y Gas Natural tienen la renovación de liderazgo preparada. Fainé espera la autorización del regulador para nombrar un nuevo presidente en Caixabank.

No son treintañeros que nunca gobernaron una mercería, tipo concejal de Hacienda, ni tampoco cincuentones gritones con complejo de Peter Pan, tipo consultor bolivariano. Tampoco gestores de influencias, más expertos en política que en gestión corporativa. Se trata de gente madura, en forma, y con un largo conocimiento de su empresa y de su sector.

Tras ellos hay equipos formados, también, por profesionales expertos que han renovado en tiempo record las caras de las grandes Corporaciones españolas.

No es solo cambio de liderazgo, es, también, cambio de estrategias. Gamesa se ha unido a Siemens para formar un monstruo europeo en el negocio eólico. Metrovacesa y Merlin crean el nuevo líder inmobiliario y han cambiado el panorama del sector. En cuanto el Banco Central Europeo se libre de las elecciones alemanas y se aburra de dar consejos discretos, desaparecerán vía fusiones un par de bancos.

No proponen negocios especulativos, ni estrategias basadas en endeudamiento insostenible. No pretenden la colonización oportunista de mercados emergentes ni buscan valor añadido en sospechosas sinergias fuera de sus mercados. La estrategia es consolidar la internacionalización de sus entidades, apoyados en las fortalezas de su empresa y en partenariados globales.

Finanzas e infraestructuras

No están exentos de pasar algún Rubicón, especialmente en los sectores financiero y de las infraestructuras. Tampoco de buscar en las fusiones internacionales los recursos que les niegan los mercados de capitales trufados de especulación. Mientras las tesorerías, especialmente las norteamericanas, no abandonen los fondos buitre y no retornen a la inversión productiva, los nuevos gestores buscarán posicionamiento. Lejos de la vieja complicidad con la política, no son ajenos a los riesgos de  la intervención política en su mercado.

En la nueva situación política aún no se han definido los mecanismos de relación. Junto a las consultoras, el mundo de la comunicación parece llamado a cubrir, como ocurriera en los primeros años de la democracia, la laguna entre el mundo económico y el político. La nueva empresa valora, al menos a corto plazo, la transparencia frente a la a la promiscuidad de los contactos políticos.

Influencia en Bruselas

En un contexto de grandes sectores regulados por la Unión Europea, la influencia en Bruselas puede obtener más rédito que en Madrid.

Entre los los grupos de presión que más gastan en la Unión Europea se encuentran la Association for Financial Markets in Europe, AMICE (la Asociación de Mutuas Aseguradoras y Cooperativas de Seguros en Europa) y la todopoderosa European Banking Federation (EBF), que representa a más de 4.500 entidades con 2,3 millones de trabajadores.

El tiempo dirá cómo se cierra el modelo de relación con la esfera política, pero ya es evidente que no se basará en las viejas prácticas. En todo caso, sin miedo a la competencia, las grandes corporaciones han vuelto a sus negocios.

Porque la política ya no añade negocio o porque no ofrece seguridad; porque sus protagonistas no son confiables o porque la experiencia en términos de reputación no ha sido buena, las multinacionales han roto el vínculo entre economía y política de la última década que alentaron los viejos e influyentes gestores.

El IBEX sonríe pero no por lo que se dice en el Congreso; en realidad, piensan que ellos no ponen presidentes de Gobierno ni guardias de circulación. Desde Diciembre, la política española busca sosiego, estabilidad y certidumbre. Desde la misma época, las grandes compañías españolas se han dado un chute de renovación que no se lo salta un galgo. Cuando los políticos regresen de los platós de televisión no conocerán a nadie. La renovación empresarial ha precedido a la política. La casta se ha ido y nadie sabe cómo ha sido.

Miguel de la Balsa

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