La respuesta a la pregunta ¿Cuál es el principal problema de España? Es unánime: El paro. El consenso en este sentido es claro y conciso. El paro ha encadenado 95 meses (casi ocho años) como la mayor preocupación para los españoles, según el CIS. España no solo presenta la segunda mayor tasa de desempleo de Europa sino que también está en el pódium de trabajadores temporales y rotación laboral.
El antiguo dicho, ‘Todos los caminos llevan a Roma’ podría transformarse en España de la siguiente manera: ‘El paro lleva a todos los problemas’. De manera más o menos amplia, el desempleo es causa (también consecuencia) de prácticamente la totalidad, salvo casos contados como el desfase en la balanza comercial o la corrupción, de los problemas económicos y sociales del país.
Despilfarros aparte, una de las causas que aducen los políticos del excesivo déficit es la falta de ingresos. No se trata de que se paguen pocos impuestos en España, el esfuerzo fiscal (lo que paga un trabajador) está entre los más altos de Europa. El problema es que los ingresos estatales no pueden equipararse a los de nuestros socios europeos con una tasa de paro cercana al 20%. Sirva de ejemplo que la diferencia principal de por qué Dinamarca o Suecia recaudan mucho más que España (aparte de tener un IVA más alto o copagos sociales) es el alto número de personas que contribuyen. Obviamente, sin reducir gasto y con los ingresos limitados se incurre en déficit y esté a su vez se transforma en deuda, en la que España también está entre las más altas del mundo.
El alto desempleo también está relacionado con otros aspectos más ceñidos a la economía local. Un sistema de pensiones como el español (en el que los nuevos trabajadores pagan a los jubilados) es imposible de sostener con un nivel de paro tan alto. El resultado es el déficit de la Seguridad Social en los últimos años y que todos los organismos (Gobierno, AIReF o Bruselas) prevén que se alargue en el tiempo. Tampoco se puede potenciar la demanda interna cuando uno de cada cinco trabajadores está en paro y a los otros cuatro se les arrebata en impuestos la mitad de lo generan.
Obviamente, también con el gasto social y todo lo que eso supone. Más gente sin empleo supone más personas en riesgo de pobreza y más desigualdad, por lo tanto más gasto social con menos ingresos. Sirve de ejemplo el caso de la cobertura para los desempleados, en España apenas sobrepasa el 50% pese a emplear casi un 2,4% del PIB. Finlandia, con un 2% de su PIB, proporciona una cobertura total a todos sus desempleados.
Alto paro estructural y temporalidad
Cuando se habla de la alta temporalidad que existe en España, se hace referencia a componentes productivos de la economía española como el turismo. En especial, el de sol y playa, que dispara los contratos temporales y reduce los indefinidos. Aunque la fuerza que está realmente detrás de la alta temporalidad es la alta tasa de paro.
La interrelación entre una alta tasa de paro estructural, aquella que no se ve afectada por los factores cíclicos, y la temporalidad en el mercado laboral es intensa. El sociólogo Javier Polavieja describía la relación de ambas de la siguiente manera: “La temporalidad se debe a que existe una alta disponibilidad de trabajadores en situación de paro estructural que se combina con la regulación dual. Esto permite a las empresas reemplazar a los empleados con facilidad”.
La explicación es sencilla y ataca a los dos pilares en los que se basa la temporalidad. En primer lugar, se trata de la regulación dual y el coste económico entendido como el pago de cotizaciones y fin de contrato, obviamente éste es menor en contratos de obra y servicio. En segundo lugar, se refiere al otro coste habitual a la hora de contratar un nuevo empleado, que es el de buscar un candidato lo más adecuado al puesto. Ese coste no tiene por qué ser económico, puede ser simplemente temporal, ya sea tiempo de revisar currículums y entrevistas posteriores. Pero en empleos de baja cualificación ese coste se reduce simplemente a encontrar otra persona y éste es casi nulo cuando el paro es muy alto.
En España, la tasa de paro estructural conocido como Nairu (tasa de paro no aceleradora de inflación, por sus siglas en inglés) es cercana al 18%, según el último estudio del Banco de España. La cifra supone que casi tres millones de personas forman una bolsa de la que es fácil ir reemplazando trabajadores como señala Polavieja.
Pequeño margen de error
Las elecciones y el nuevo Gobierno marcará la marcha de la economía en los próximos años, aunque no hay previsiones demasiado prometedoras. Ni el Fondo Monetario Internacional, ni el Banco de España, ni la OCDE o Bruselas prevén que el paro baje del 18% para 2017.
Todo ello desemboca en que España tiene un margen muy pequeño para aguantar con el actual sistema y el paro elevado. Hasta el momento, los desequilibrios macroeconómicos se han apaciguado gracias a la actuación del Banco Central Europeo y su compra de deuda. En el aspecto más local, los encajes de bolillos del Partido Popular y la hucha de las pensiones han sofocado con mayor o menor éxito el desequilibrio. Todo cambiará en apenas un par de años, cuando el BCE dejará de comprar deuda y haya que cumplir con el déficit pactado con Bruselas.
Pedro Ruiz