El Ayuntamiento de Barcelona ha dado un paso más en su combate al turismo, y especialmente a los pisos ilegales. Ha multado con 600.000 euros a las plataformas Airbnb y Homeaway por seguir anunciado viviendas turísticas sin licencia. Airbnb, siguiendo la moda social al uso, ha levantado la bandera de la clase media. Afirma que “los anfitriones” (host) de la plataforma de intercambio son “familias de clase media” que intentan llegar a final de mes, compartiendo habitaciones en sus viviendas . Hermoso, colaborativo, pero poco veraz.
Airbnb en Barcelona
La página «insideairbnb, que ofrece datos de los intercambios de la plataforma, señalaba en la mañana del viernes 25 que en Barcelona se estaban ofreciendo 14.855 espacios, de los que el 53% son viviendas completas (7.871) y el 46% son habitaciones individuales (6.828). De estas ofertas, el 53% son “multilinsting”, es decir propietarios o gestores que ponen en alquiler más de una vivienda. Fuera pues la idílica imagen de clase media empobrecida buscándose la vida.
Con los ingresos medios mensuales que se declaran como media (282 euros), la economía sumergida que mueve Airbnb asciende a 50 millones de euros anuales. No obstante, debe señalarse que los ingresos mensuales en las zonas donde el alquiler es más relevante (Eixample, Ciutat Vella o Gracia) los ingresos mensuales llegan a superar los 450 euros de media.
Las tres zonas citadas concentran 9.940 viviendas, un 67% del total. Por lo tanto, no disemina su esfuerzo en toda la ciudad sino en los barrios de atracción turística, lo que indica una cierta idea de negocio por parte de los propietarios que ofrecen alternativas. Bien es cierto que el argumento municipal de protección de la vivienda social es irrelevante en este contexto. Primero, porque los propietarios prefieren anclarse en la economía sumergida antes que el alquiler social y, segundo, porque no son estas zonas donde más demanda de este producto habría.
Inmobiliarias ocultas
La idea de economía colaborativa, de intercambio de favores (yo te dejo mi casa, tu me ayudas a llegar a final de mes) desaparece igualmente cuando se observa que hay ciudadanos y ciudadanas dedicados a una auténtica actividad inmobiliaria.
Como se ha dicho, el 53% de la oferta no son viviendas o habitaciones aisladas. 7.976 propietarios ofertan más de una. Los 20 oferentes “multilisting” más importantes de Barcelona concentran en sus manos 602 ofertas – casi el 9%-. El agente colaborativo más relevante que responde en la red al nombre de “Oscar y Diego” administra 68 viviendas mientras que los llamados “Greg” e “Itziar” administran 47 cada una.
En los tres barrios más emblemáticos que concentran la oferta de Airbnb, las ofertas multilisting son el 45%. Los sesenta gestores más importantes en los tres barrios controlan 708 ofertas.
En suma, agencias inmobiliarias como las de toda la vida.
La estrategia de Barcelona
Barcelona mantiene lo que, probablemente, parece una estrategia insostenible: impedir el piso turístico y limitar el crecimiento hotelero al mismo tiempo, no solo es incompatible con la demanda turística en Barcelona sino que supone, en la práctica, alentar el mercado negro.
La regulación de la nueva realidad turística parece una evidente necesidad que no se resuelve con sanciones. Tampoco parece aceptable que llamemos economía colaborativa a lo que no lo es.
Miguel de la Balsa