Uber tenía un equipo de empleados dedicados a espiar a compañías rivales e «impedir» investigaciones legales sobre la empresa. Esa es la declaración de un empleado de la entidad conocida ayer martes, en la víspera del juicio que Uber debe afrontar por el espionaje a Google.
La acusación de que Uber robó secretos comerciales de del coche autónomo Waymo, en el que investigaba Google, ha sacado a la luz que un exempleado de Uber, Richard Jacobs, había enviado una carta al abogado de Uber con sus denuncias sobre el grupo especial de espionaje e interferencias legales.
Pero Uber no le entregó la carta a Waymo, como parte de un descubrimiento legal antes del inicio del juicio. El 22 de noviembre, los fiscales federales, que están llevando a cabo una investigación por separado, alertaron al juez sobre la existencia de la carta.
Jacobs fue gerente de inteligencia global en Uber desde marzo de 2016 hasta abril de 2017. Tras abandonar Uber, su abogado envió una carta de 37 páginas al departamento legal de Uber, detallando sus preocupaciones acerca de las actividades potencialmente criminales o no éticas dentro de los «servicios estratégicos de Uber”
Uber y Jacobs llegaron a un acuerdo de 4.5 millones de euros, que incluyó una cláusula de confidencialidad y un acuerdo de consultoría de un año para Jacobs para ayudar a Uber a «erradicar el mal comportamiento».
El departamento de análisis de mercado de Uber «existe expresamente con el propósito de adquirir secretos comerciales, código base e inteligencia competitiva», dice la carta, aunque Jacobs dijo al ser preguntado que el lenguaje de la carta era «hiperbólico».
«No pensé que fuera ilegal», dijo Jacobs. «Tenía dudas sobre la ética de este comportamiento”, “me parecía demasiado agresivo e invasivo «.
Jacobs también describió a un equipo dentro de Uber que trabajó para «impedir, obstruir o influenciar» las investigaciones en la empresa debido a varias demandas. Se exige que las compañías conserven los documentos que peoducen y puedan ser ser evidencia en litigios o investigaciones criminales. Las prácticas descritas por Jacobs le permitirían a la compañía involucrarse en un comportamiento cuestionable sin crear un rastro de papel.
Uber tenía contratistas externos que compraban computadoras portátiles y dispositivos wifi móviles, que los empleados podían usar para comunicarse sin dejar huellas en los servidores de Uber. El equipo también instó a los empleados a usar el correo electrónico y la aplicación de mensajería cifrada Wickr.
Jacob denunció que tales prácticas fueron alentadas por Craig Clark, quien fue el director legal de seguridad y aplicación de la ley en Uber hasta la semana pasada. Clark fue uno de los dos empleados despedidos por Uber por su papel en la ocultación de una violación de seguridad informática que ha afectado a 57 millones de clientes y conductores durante más de un año. El otro fue Joe Sullivan, el ex jefe de seguridad, a quien Jacob también usó para usar la aplicación de mensajería efímera.
Uber, un año de trampas
En enero, Uber debió soportar una campaña viral – desapúntate de Uber-. Debido a que la compañía decidió subir los precios durante una huelga de taxistas de Nueva York.
Para febrero, la ex ingeniera de Uber, Susan Fowler, denuncia en un blog acoso sexual generalizado y discriminación de género. Un mes después, se demuestra que Uber usa “Greyball” una herramienta para engañar sistemáticamente a las autoridades en las ciudades donde Uber violaba las leyes locales.
En mayo la compañía reconoce que ha estado pagando poco a los conductores de la ciudad de Nueva York por decenas de millones de dólares. En junio, Uber se ve obligada a despedir a más de veinte empleados, tras una investigación sobre acoso sexual en el trabajo. El mismo mes una pasajera demanda a Uber por un conductor, después de que los informes revelaran que un alto ejecutivo había obtenido los registros médicos de la mujer, para arrojar dudas sobre su comportamiento. Finalmente, el Ceo de la compañía, Travis Kalacnik debe renunciar.
En agosto, Uber es denunciado por alquilar, a conductores en Singapur, coches inseguros a pesar de conocer su riesgo de incendio.
En septiembre Uber pierde la licencia de Londres debido a la falta de responsabilidad corporativa. La compañía está apelando la decisión. En noviembre se descubre los datos de 57 millones de usuarios y conductores de Uber fueron pirateados y que la compañía pagó a piratas informáticos sin avisar a los reguladores. Finalmente, a final de mes se confirma el espionaje y la obstrucción legal de Uber.
Miguel de la Balsa