La industria mundial del plástico es una de las fuentes de riqueza más importantes del mundo y está creciendo rápidamente en los Estados Unidos, impulsada por la Gran América y las medidas fiscales anunciadas por Trump.
Las compañías de combustibles fósiles han invertido en nuevas instalaciones de hidrofracturración (fracking) que producirán materias primas para plásticos de uso diario, desde envases hasta botellas, bandejas y cajas de cartón.
Las nuevas instalaciones -construidas por corporaciones como Exxon Mobile Chemical y Shell Chemical– aumentarán un 40% en la producción de plástico en la próxima década, según los expertos, lo que agravará la crisis de contaminación plástica que los científicos advierten que ya está en riesgo de «contaminación casi permanente de la tierra.»
Alrededor del 99% de la materia prima para plásticos son combustibles fósiles, por lo que las mismas compañías, Exxon y Shell, que han ayudado a crear la crisis climática crearán la crisis ecológica. Existe una relación generalizada entre las compañías de petróleo y gas y los plásticos.
Según Greenpeace, ya estamos produciendo más plástico desechable de lo que podemos manejar: más en la última década que en todo el siglo XX.
La gran inversión en producción de plástico ha sido impulsada por el boom del gas de esquisto en los Estados Unidos. Esto ha resultado en que una de las materias primas utilizadas para producir resina plástica (líquidos de gas natural) caiga dramáticamente en precio.
En los Estados Unidos con las tecnologías de gas de esquisto bituminoso, con la hidrofracturación y la perforación horizontal, el costo de la base de materia prima se ha reducido en aproximadamente dos tercios. La política fiscal y el tratamiento de los beneficios han contribuido ha incrementar estas inversiones.
En los EE. UU., las compañías petroquímicas y de combustibles fósiles están invirtiendo cientos de miles de millones de dólares para ampliar la capacidad de producción de plástico. Todo este desarrollo, si se permite proceder en el resto del mundo, inundará el mercado mundial con aún más plástico desechable e inmanejable.
A pesar de que la mayor parte de la nueva inversión se realiza en los EE. UU., el impacto se extenderá hacia afuera en la forma de nuevos y amplios suministros de materias primas para los plásticos que se transportan a Europa y China.
El gigante petroquímico Ineos ha estado enviando líquidos de gas natural desde los EE. UU, a plantas en Europa y el Reino Unido. El plástico, que no se degrada durante cientos de años, corre el riesgo de producir una contaminación casi permanente de la tierra. El problema del residuo de plásticos seguirá siendo inmanejable sin esfuerzos serios de reducción de producción, señalan los activistas de Greenpeace.
El desarrollo de la capacidad de producción va en la dirección contraria. Un crecimiento como el que sugieren las inversiones norteamericanas supone satisfacer la creciente demanda de plástico en los grandes mercados existentes de los EE. UU., Europa y China, así como a un pronunciado aumento en la demanda en la India y el sudeste de Asia
La patronal química norteamericana afirma que el plástico traído enormes beneficios económicos a los Estados Unidos creando cientos de miles de puestos de trabajo y permitiendo la fabricación de una amplia gama de productos importantes, desde suministros médicos hasta repuestos para automóviles, pasando por tecnología.
Miguel de la Balsa