La reforma fiscal de Trump no está provocando pérdidas en las grandes multinacionales americanas repartidas por el mundo – aunque los libros se pongan de rojo con los pagos únicos-, sino todo lo contrario: les está permitiendo aflorar de una vez el beneficio desviado durante años o convenientemente guardado en otros países, debido a que los impuestos eran inferiores a los norteamericanos.
Lo ilustran casos como el de Apple, que se ha aprovechado de esa reforma para repatriar beneficios, pagando de una vez 38.000 millones de dólares, o el de IBM o American Express, que también informaron el pasado viernes de su primera pérdida trimestral en 26 años.
IBM, en concreto, ha añadido al anuncio de los resultados en el cuarto trimestre un pago único, por el mismo motivo que Apple, de 5.500 millones de dólares. Lo más destacable de esas cuentas, con todo, no es eso, sino que mejora sus ingresos por primera vez en 22 trimestres (cinco años y medio). No que haya perdido 1.050 millones por el pago fiscal.
Lo que están poniendo en práctica todas esos colosos -la secuencia seguirá unos días, como lo han hecho, esta misma semana, grandes bancos americanos- es, simplememente, aprovecharse de la oportunidad de repatriar beneficio del exterior, pero no con una tasa del 35%, como hasta ahora, sino de entre el 8% (activos) y el 15,5% (capital en efectivo).
En buena lógica, se aprovecharán del regalo de Trump la nueva ganga, que no tiene nada de nuevo impuesto, sino de una fiscalidad más ventajosa. Es más, los anuncios de esos pagos dan una idea de cómo se han aprovechado hasta ahora los gigantes americanos para eludir impuestos en su país (por beneficios y dividendos), en aras de un trato fiscal más ventajoso obtenido en algunos acuerdos particulares, especialmente en Europa.
La amnistía fiscal de Trump, que no persigue otra cosa que dejar sin liquidez a Europa y aumentar la circulación de dólares, abaratando las exportaciones, es una respuesta a las políticas de hartazgo de la Unión Europea con las grandes compañías norteamericanas, singularmente las tecnológicas y las farmacéuticas.
No sólo eso, han ido creando, en paralelo, estructuras empresariales en otros países, con fábricas propias o subcontratas, para ganar más con sueldos más bajos. Esa es la realidad, escasamente filantrópica, como quien dice, de que las grandes tecnológicas americanas, como Amazon, Microsoft, Google, Apple, Dell, Intel o IBM, que explica su gran presencia en países como India o China, con sueldos de miseria. No sólo tecnológicas, sino de otros sectores, como McDonald’s o Coca Cola.
Las grandes tecnológicas han practicado un dumping social escandaloso que ahora se continua con un dumping fiscal. Lo que está provocando el American first de Trump es precisamente eso: la vuelta de las grandes americanas para contribuyan en EEUU. – mejor poco que nada, defienden en el tesoro-, mientras sonríen a los estupefactos europeos.
Además del tecnológico, la farmacia, las finanzas o el motor, reticentes a algunas políticas de Trump pero que han recibido como compensación una lluvia de liquidez blanqueada en un pago único que usaran para beneficios de accinistas y trabajadores cualificados, mientras se mantienen salarios bajos en las instalaciones extranjeras.
Según un análisis de Goldman Sachs, las empresas que retornan liquidez a los Estados Unidos a una tasa de impuestos reducida probablemente liberarán unos 250 mil millones de dólares en la economía y los mercados norteamericanos.
Esa se dividiría, según las estrategias de cada firma, entre los inversores y la economía en general, ya que las empresas devolverían efectivo a los accionistas mediante dividendos y recompras de acciones y pondrían dinero en forma de gastos de capital, investigación y desarrollo y actividad de fusiones y adquisiciones.
Los beneficios estarían sesgados hacia la tecnología de la información y las compañías de servicios de salud, que de lejos tienen la mayor cantidad de efectivo en el extranjero en total y como porcentaje del límite del mercado. Apple, por ejemplo, tiene 216 mil millones escondidos en el extranjero, que es aproximadamente el 25 por ciento de su límite, mientras que Cisco tiene 68 mil millones, o el 37 por ciento de su límite máximo, el nivel más alto de los que Goldman considera más probable obtener de la repatriación.
En 2004, tras un programa parecido y de reducción fiscal de una sola vez, las empresas recuperaron aproximadamente el 25 por ciento de su efectivo en el extranjero en ese momento, lo que significa que si se alcanza el mismo nivel con el nuevo esfuerzo, eso equivaldría a alrededor de 250 mil millones del total no gravado de 920 mil millones. En total, las empresas nortemericanas tienen más de 2500 millones de dólares expatriados.
Miguel de la Balsa