El último cuadro macroeconómico aprobado por el Gobierno apunta a un crecimiento del 2,2 % este año, si bien la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, avanzó recientemente la intención de elevar esta previsión al menos una décima para situarla en línea con las estimaciones de la Comisión Europea (2,3 %), el FMI (2,3 %) o el Banco de España (2,4 %).
España crecería así este año un punto más que la zona euro apoyada en la demanda interna -los hogares españoles gastan más que los de otros países del entorno en detrimento del ahorro- y el buen comportamiento del sector turístico que inyecta recursos y permite seguir creando empleo aunque sea estacional.
Pero frente a esto, las turbulencias internacionales hacen dudar sobre la capacidad de la economía para mantener el buen ritmo en una recta final de año marcada también por la inestabilidad política nacional con la posibilidad de unas nuevas elecciones.
«Nos costará mucho llegar al 2,2 %», reflexiona el profesor de Esade Robert Tornabell que ve «luces y sombras» y recuerda que, junto al consumo interno y el turismo, los otros motores de la economía española son la obra pública, las exportaciones y la inversión empresarial.
En el primer punto explica que, aunque hay obras ya licitadas y sigue llegando la inversión extranjera, la falta de Gobierno tiene paralizados proyectos.
Y en cuanto al sector exterior, Tornabell advierte de que ya se anticipan algunos efectos del «brexit», con freno en las inversiones empresariales, y que una salida desordenada tendría un fuerte impacto en las exportaciones de España a Reino Unido, primer cliente en sectores como la alimentación o el automóvil.
Junto a esto, afecta la situación de Alemania y la creciente guerra comercial de Estados Unidos con la imposición de aranceles.
«Si la locomotora de Europa (Alemania) frena, toda Europa se resiente y también España», concluye Tornabell que apunta que todos estos factores de incertidumbre frenan la inversión empresarial.
«Creo que nos vamos a acercar a un crecimiento del PIB del 2 %, por debajo de las previsiones que hay», señala también el profesor de la Fundación de Estudios Financieros, Miguel Ángel Bernal, que cree que se afronta un cambio de ciclo: de uno de fuertes crecimientos a otro marcado por la atonía.
Los efectos de la guerra comercial, coincide el analista de Atlas Capital Ignacio Cantos, dificultan las exportaciones y condicionan las decisiones de inversión, lo que lleva a un menor ritmo de actividad económica global que va a afectar a la economía española.
A esto, apunta Cantos, se une la falta de Gobierno que hace que las administraciones locales, que son una parte importante del gasto, no dispongan de presupuestos.
«Todo ello se va juntando y dificulta el crecimiento económico», añade.
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