Los territorios en la fase 2 del plan de desescalada, que abarcan al 47 % de la población, pueden empezar a celebrar bodas con un aforo máximo de 100 personas en espacios al aire libre o de 50 en espacios cerrados, si bien estarán condicionadas a las medidas de higiene y protección establecidas por las autoridades sanitarias.
Concretamente, será obligatorio mantener la distancia social entre los invitados, el uso de mascarilla y la higiene de manos. Durante el banquete, deberá garantizarse la debida separación entre mesas y el personal de servicio deberá llevar pantallas de protección.
Estas y otras limitaciones han llevado a muchas parejas a decidir posponer la fecha de su enlace, lo que ha supuesto importantes pérdidas para los profesionales que viven del sector nupcial, que ya han sufrido múltiples cancelaciones por los más de dos meses de parón que ha supuesto el confinamiento.
En España se celebran al año 170.000 bodas, según el INE. La mayoría de ella se concentran entre abril y octubre y el presupuesto medio ronda los 20.500 euros, según datos de un estudio elaborado por el portal Bodas.net en colaboración con ESADE y Google.
El sector, que genera unos 350.000 empleos directos, factura alrededor de 6.000 millones de euros anuales y calcula unas pérdidas de alrededor de 3.500 millones a causa de la crisis del coronavirus, según el citado portal.
“Muchas de estas empresas son pequeñas o autónomos que no tienen un gran margen y parar el negocio más dos meses les puede suponer el tener que cerrar, por eso hemos pedido atención al Gobierno sobre este sector”, indica Nina Pérez, consejera delegada de Bodas.net.
IMPACTO EN LA RESTAURACIÓN
Uno de los principales damnificados es el sector de la restauración, que también se ha visto perjudicado por la cancelación de las comuniones y que da empleo a unas 40.000 personas entre fijos y personal de apoyo. Desde la Federación de Hostelería señalan que las bodas suponen en torno a 1.500 millones de euros en la facturación del sector.
Actualmente, existen unos 4.500 establecimientos que están dedicados casi exclusivamente a banquetes, a los que habría que sumar los salones de los hoteles. Aparte de bodas, también celebran bautizos, comuniones, congresos y eventos de empresa.
“Están viviendo una situación dantesca. Han tenido que suspender el primer semestre del año, reubicar las bodas de abril, mayo y junio. Esperamos que en julio vuelvan a celebrarse todas esas bodas que han aguantado a pesar de la falta de certidumbre y de certeza y que se vaya normalizando, aunque va a tardar mucho tiempo en hacerlo”, relata José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España.
El sector tendrá que adaptarse a la nueva situación, que previsiblemente llevará aparejada una disminución del número de invitados porque “la gente tiene miedo” y es “una oportunidad” para no incurrir en los gastos que supone una invitación a una boda.
“Se va a juntar un poco todo y creo que va a haber un descenso importante”, apunta Yzuel.
Uno de los establecimientos que pretende aguantar es el complejo Miravalle, en Guadarrama (Madrid). Esta empresa familiar con más de 50 años de historia celebra entre 125 y 150 bodas al año, el 90 % entre abril y octubre. La crisis sanitaria les ha golpeado especialmente ya que el 80 % de sus ventas netas proviene de la celebración de bodas. Actualmente, sus 14 empleados fijos están en un ERTE y esperan que todos ellos se incorporen el próximo mes de julio, aunque aún no tienen claro si lo harán a jornada completa. “En principio no volveremos hasta que estemos en lo que han llamado ‘nueva normalidad’, ya que nos han cancelado o aplazado todos los eventos hasta el mes de julio. Por tanto, nuestra intención si nada se tuerce es abrir a principios de ese mes”, explica José Luis Jiménez, director y propietario de Miravalle.
Juan José Nieto, propietario de la finca El Rincón de Castilla en Béjar (Salamanca), no celebrará ninguna boda este año. Muchas de las que tenía cerradas para este verano no ha podido aplazarlas para el año que viene. «Las bodas se contratan con mucho tiempo y no es tan fácil ubicarlas”, sostiene.
Aunque estas celebraciones suponen aproximadamente la mitad de su facturación, cuenta con un pequeño complejo turístico en la finca que espera poder explotar confiando en la reactivación del turismo.
TODOS LOS EMPLEADOS, EN ERTE
Uno de los espacios más solicitados para la celebración de ceremonias en Galicia, el Pazo do Tambre, situado en el municipio coruñés de Outes, también esperará a que concluya la desescalada para volver a la actividad y mantendrá hasta entonces a todos sus empleados en un ERTE.
Facturan 1,5 millones de euros anuales y calculan que tendrán unas perdidas de 1,4 millones entre este año y el que viene, ya que aplazar tantas bodas para 2021 les impide realizar nuevas ventas el próximo ejercicio por tener las fechas ocupadas, informa Javier Hurtado, gerente del espacio.
EMPRESAS PARA BODAS DE EXTRANJEROS
En algunos territorios en los que se celebran bodas de extranjeros la repercusión de la crisis del coronavirus será especialmente significativa. Es el caso de Canarias, donde el sector nupcial mueve unos 80 millones de euros, según cifras divulgadas en la última edición de la feria Feboda en Santa Cruz de Tenerife.
Una de las empresas orientada a la organización de este tipo de eventos es The Perfect Wedding Company, radicada en Maspalomas (Gran Canaria). Su fundadora y directora, Bernadette Garside, ha visto como el 90 % de las bodas que tenía previstas para estos meses han sido pospuestas a 2021.
Casi toda la planta hotelera permanece cerrada y a eso se le suma la complicación de encontrar vuelos y las restricciones a la movilidad.
EL SECTOR TEXTIL, PREPARADO PARA CUSTOMIZAR TRAJES
España es el segundo productor de trajes de novia del mundo con la fabricación de más de 755.000 vestidos al año. También es uno de los países que más exporta, según el INE.
Las firmas Rosa Clará, Pronovias y GB Design Group -con su marca Cabotine- se reparten la mayor parte de un mercado que mueve 860 millones de euros y que cuenta con unas 700 empresas y pequeños talleres.
Durante estos meses, muchos de ellos han empleado sus máquinas de coser para producir mascarillas y se han acelerado sus proyectos digitales para adaptarse a la nueva realidad que ha traído consigo la pandemia.
Desde Pronovias, que ha puesto en marcha el primer ‘showroom’ digital del sector, se muestran «optimistas» porque la tendencia que observan es que las bodas se posponen y no se cancelan. Aseguran estar «preparados» para ofrecer a las novias «la customización y estilismo necesarios para adaptarlo a la nueva fecha».
Después de lanzar un ERTE que ha afectado al 100 % de su plantilla de tiendas, inicia este mes de mayo su plan de reapertura buscando «garantizar una experiencia inolvidable, pero segura».
FOTÓGRAFOS SIN BODAS… NI COMUNIONES
Otro de los colectivos duramente golpeado es el de los reportajes de bodas. Desyrée Rayego regenta su propio estudio en Villanueva de la Serena (Badajoz) desde 2007 y el inicio de la pandemia le pilló en plena campaña de comuniones, lo que le supone el 30 % de su facturación anual.
El largo parón ha hecho que se aplacen la mitad de las bodas que tenía previstas realizar este año por toda España, lo que compromete el 70 % de sus ingresos, por lo que actualmente sobrevive gracias las fotos de estudio, el revelado de aficionados y la impresión de fotos hechas con móviles.
“Algunos de los clientes son ahora parejas en ERTE o con una situación económica complicada a las que hemos devuelto el dinero”, comenta, por su parte, Antonio Domingo, cámara y uno de los propietarios de la empresa canaria Reflejos Digitales.
También para las “wedding planners” los aplazamientos han supuesto una «locura». Es el caso de Margarita Sánchez y Mónica Martín-Arroyo, fundadoras de la empresa «El armario giratorio», pues el 100 % de las bodas que organizaban este año han sido pospuestas.
«Cambias una fecha y todo tiene que cambiar, pero igual el local, la iglesia o el fotógrafo no están disponibles para la nueva fecha. Casi hay que volver a empezar de cero (…) y es agotador”, asegura Sánchez.
Estas gaditanas, que llegaron a plantearse el cierre, han visto como se les acumulaban las facturas, les congelaban los ingresos y como las ventas de su tienda online -a través de la que comercializan detalles para eventos- han caído un 90 %.
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