lunes, noviembre 25, 2024
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La ganadería extensiva, un modelo sostenible a generalizar

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La ganadería extensiva es mucho menos contaminante que la intensiva y puede ayudar mitigar las emisiones de carbono y a la conservación de ecosistemas, pero con frecuencia se suelen confundir, por lo que, expertos consultados por EFE reivindican un modelo que, además, aseguran, es generador de más empleo.

Plataformas y organizaciones en favor de la ganadería extensiva aseguran que con frecuencia se confunden y se pone a ambas en la misma situación, lo que acaba perjudicando al modelo más sostenible, además de que la Política Agraria Común (PAC) no permite diferenciar entre una y otra, aseveran.

Proyectos como Prodehesa Montado tratan de incidir en esta separación de modelos ganaderos; su investigadora Mireia Llorente, perteneciente a la Universidad de Extremadura, explica a EFE que la mitigación de CO2 se debe a que la ganadería extensiva «está relacionada con la conservación de ecosistemas beneficiosos para el medio ambiente».

«En el caso de la dehesa -ecosistema en el que se centra el proyecto- cuando hay pérdida de arbolado o matorralización por abandono de la actividad pastoril observamos que se secuestra menos carbono», incide la investigadora.

Los estudios del proyecto apuntan que la tasa de secuestro de carbono del suelo de la dehesa junto al arbolado y a los pastos es de una tonelada de carbono por hectárea y año, lo que traducido a CO2 equivalente supone 3,34 toneladas por hectárea y año; la absorción en pastos de alta montaña es «casi el triple», según Llorente, que reitera que no por ello un ecosistema es mejor que el otro, sino que obedece a las condiciones del entorno.

El técnico de la Fundación Entretantos, Julio Majadas, señala a EFE que la ganadería extensiva, además de ser una forma de aprovechar los suelos más pobres para agricultura, supone un factor de mejora para estos mediante el abonado que supone la excreción de los animales, lo que en una granja de intensivo «genera un problema de residuos que hay que gestionar».

A su vez, Daniel González, representante de la Coordinadora Stop Ganadería Industrial ha explicado a EFE que mientras la ganadería extensiva está relacionada con mercados locales, la intensiva «depende de los mercados internacionales».

Además, según sus palabras: «un modelo, al estar más relacionado con el territorio, genera más empleo que el otro».

«Podríamos hablar incluso de economía rural, si en un pueblo hay tres ganaderos de cabras son tres familias que viven de las cabras y una de los quesos», ha afirmado también el técnico de Entretantos para luego decir que en el caso de una granja industrial, lejos de crear fijación de población, acaba siendo un problema para la establecida.

Además, «todos hemos leído cómo son las condiciones extremas para los animales en determinados lugares en procesamiento de carne», ha añadido.

Si se atiende a cuestiones medioambientales, la extensiva supone menos emisiones que la intensiva, tal como afirma la investigadora de Prodehesa Montado, que explica que la ganadería en España suelta menos gases de efecto invernadero a la atmósfera que en Europa por la todavía prevalencia del modelo extensivo en el país.

Según asegura, «el promedio europeo está en unos 30 kilos de CO2 equivalente por kilogramo de animal vivo producido, mientras que en España, la media es de 18,2 kilogramos».

Sin embargo, varias fuentes coinciden en señalar a EFE que apenas existe diferenciación de precios entre un tipo de producción y el otro, algo que hace imposible que la ganadería extensiva sea rentable sin la existencia de las ayudas.

Julio Majadas asegura que lo que persiguen desde su Fundación es que «cuando vayas a comprar carne, esta tenga un sello que me indique que viene de ganado extensivo».

El técnico de Entretantos tampoco se ha mostrado optimista con las ayudas, puesto que afirma que la Política Agraria Común (PAC) tampoco realiza diferenciación entre intensivo y extensivo ni tiene en cuenta el uso real del suelo, «sino cómo se estructura según una serie de características que no tienen nada que ver».

«Según como se determina la PAC, un sistema forestal, que tenga una cierta cantidad de arbustos por hectárea, no es admisible», lo que para Majadas provoca que «se queden fuera todos los sistemas más sostenibles, que son sobre todo de montaña y de bosque». EFE

 

Pablo Rojo

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