Actualmente suman 1.277 puntos de venta en España, después de que en 2020, en plena pandemia, creciesen el 22 % a pesar de las «trabas» de las administraciones autonómicas y locales, según ha asegurado a Efe en una entrevista el presidente de la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas (Aesae), Manuel Jiménez Perona.
Detrás de su implantación están empresas como Ballenoil (con más de 150 estaciones y en proyecto otras 30 en los próximos dos años), Petroprix (108) o Plenoil (87), que han traído a España esta fórmula puesta en marcha en los inicios de esta década en el norte de Europa, donde no existía por aquel entonces monopolio en el sector.
LA ESTADOUNIDENSE EXXON LO INTENTÓ
Antes que ellos lo intentó implementar la petrolera estadounidense Exxon, que finalmente tuvo que vender porque el modelo tradicional «asfixiaba» a la competencia con legislaciones que imponían cuotas al número de gasolineras, recuerda Jiménez.
En 2003-2004 se abrió la puerta a que los operarios de las estaciones de servicio pudieran dejar de servir el combustible y fueran los clientes los que se encargaran del repostaje. Esa rebaja de costes y personal fue «absorbida» por las petroleras y sus abanderados, que no trasladaron el ahorro al cliente en forma de menores precios de los combustibles.
Esa modificación, junto a que la Unión Europea acabó con los oligopolios y se obligó a las refinadoras y distribuidoras a vender a otras compañías a precios similares, hizo más atractivo el sector, en el que entraron nuevos actores que sí bajaron precios, según el presidente de Aesae, a los que relegaron a abrir sus estaciones en el extrarradio.
AHORRO DE ENTRE 12 Y 20 CÉNTIMOS POR LITRO
El contar con menor espacio (no hay tienda) y no tener personal que las atiende es lo que permite a las estaciones automáticas -que pueden estar abiertas las 24 horas- vender el carburante entre 12 y 20 céntimos por litro más barato que en las gasolineras tradicionales.
Esto supone unos «200-300 euros al año» de ahorro, que equivalen al 1 % de un presupuesto familiar, advierte Jiménez, que asegura que el «carburante es el mismo -sale de los centros de CLH (Compañía Logística de Hidrocarburos)». En su opinión, lo que prometen algunas petroleras de que sus aditivos extras alargan la vida del motor o permiten recorrer más kilómetros es un «envoltorio (…) muy difícil de demostrar».
Por ello, lamenta que las comunidades autónomas y los ayuntamientos sigan poniendo «trabas y barreras administrativas» a su expansión, porque aunque las petroleras ahora han pasado a denominarse empresas energéticas o de movilidad «quieren seguir ordeñando la vaca».
TRABAS Y DESCONOCIMIENTO
Las trabas con las que se encuentran estas gasolineras se refieren a la distancia mínima que deben guardar respecto a nuevas edificaciones: la normativa nacional habla de medio metro, y «es la que debe prevalecer», pero en Valencia se exigen 500 metros y en otros lugres «quince o cincuenta para limitar las posibilidades de desarrollo sin fundamento», denuncia.
A pesar del crecimiento que están teniendo las gasolineras automáticas (en 2015 tenían un peso de solo el 2 % sobre el total) y del ahorro que comportan, Jiménez asegura que todavía el cliente no conoce un modelo que en su opinión será el que permanezca en el futuro.
Según datos de Aesae (que no contabiliza ni las estaciones de los hipermercados ni las cooperativas agrarias), España, a pesar del avance que registra en la materia, sigue lejos de países referentes como Dinamarca o Finlandia, donde las estaciones automáticas copan más del 60 % del mercado.
CATALUÑA, VALENCIA Y MADRID A LA CABEZA
Cataluña es la comunidad con más gasolineras automáticas, con un 22 % de penetración. Le siguen Valencia (18 %), Madrid (14 %), La Rioja (13 %) y Andalucía (12 %).
El resto de comunidades están por debajo de la media nacional (12 %), con Canarias (2 %), Galicia (5 %), Cantabria (6 %) y Navarra (6 %) a la cola.
Cercanas a la media se sitúan Castilla y León (11 %), Extremadura (10 %), País Vasco (9 %), Castilla-La Mancha (8 %) y Aragón (8 %). EFE
Javier Millán Jaro