La estimación de cerrar este ejercicio con una subida del PIB del 6,5 %, tal y como calcula el Ejecutivo, se sitúa cada vez a mayor distancia de las cifras que manejan la mayoría de entidades, que apuntan a una horquilla que se mueve entre el 4 % y el 6 %.
Factores como el incremento de la inflación o la fuerte subida del precio de las materias primas contribuyen a ralentizar el crecimiento de la economía española, que en 2020 se desplomó un 10,8 % por los efectos de la pandemia.
En abril el Gobierno rebajó del 7,2 % al 6,5 % su predicción de crecimiento para este año, que desde entonces mantiene intacta.
Los responsables de estas estimaciones defienden que se trata de metas realistas, sostenidas en que se produzca un nuevo acelerón durante estos últimos tres meses de 2021.
Para ello, desde el Ministerio de Asuntos Económicos esgrimen los llamados «indicadores de alta frecuencia», datos como los gastos con tarjeta bancaria, la afiliación diaria a la Seguridad Social y otros indicadores semanales o mensuales y que permiten observar la evolución económica a corto plazo.
Frente a esta posición, quienes auguran ahora un crecimiento menos expansivo citan las últimas cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), que reflejan un aumento del PIB en el segundo trimestre del 1,1 %, lejos del 2,8 % que programaba en un principio.
Su avance del tercer trimestre reflejaba un repunte del 2 %, a la espera de conocer todavía el dato definitivo.
Prueba de esta incertidumbre son las proyecciones realizadas por la Comisión Europea (CE), que el pasado día 11 actualizaba su estimación para dejarla en el 4,6 %, lo que supone 1,4 puntos menos que en su cálculo anterior; de hecho, ya sitúa el crecimiento de España por debajo del de la media europea (5 %).
El Fondo Monetario Internacional (FMI) también revisó a la baja en octubre su previsión, que pasó del 6,2 al 5,7 %.
La única nota discordante es la de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que en septiembre mejoró sus augurios para apostar por un incremento del 6,8 %.
Por su parte, el Banco de España no actualizará la suya hasta diciembre, aunque ya ha anunciado que la rebajará; en septiembre pronosticaba una subida del PIB del 6,3 %.
LA REBAJA SUSCITA CONSENSO
Esta misma semana, la veintena de entidades que componen el panel que elabora una vez cada dos meses la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) eran unánimes a la hora de recortar sus propias expectativas sobre el crecimiento español.
La media de sus proyecciones bajó del 6,2 al 4,8 %, y trece de ellas coinciden en esperar ya un aumento inferior al 5 %.
Las dudas se extienden igualmente al 2022 -año en el que se espera recuperar compensar todo lo perdido en 2020 y volver al nivel económico prepandemia-, cuando el Ejecutivo confía en crecer un 7 %.
Sin embargo, Bruselas ya habla de un 5,5 % de incremento, el FMI lo limita al 6,4 % y la OCDE calcula un 6,6 %.
A nivel nacional, el Banco de España prevé un avance del 5,9 %, y la media realizada entre los panelistas de Funcas -entre ellos bancos como el Santander, el BBVA o el Caixabank, así como centros de estudios y la patronal CEOE- rebaja esa estimación incluso un poco más, hasta el 5,7 %.
El crecimiento esperado para el próximo año incluye ya la inyección de liquidez correspondiente a los fondos europeos Next Generation, cuya ejecución según los panelistas rondará los 20.000 millones de euros, frente a los 26.000 millones que recogen los Presupuestos de 2022. EFE
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