Según los datos ofrecidos por el Ministerio para la Transición Ecológica a través de su plataforma Geoportal a las 10:00 de la mañana de este viernes, el precio del litro de gasolina solo superaba los 2 euros por litro en 11 establecimientos y marcaba de media 1,794 euros por litro en los 10.538 establecimientos que notificaron sus datos.
Hace una semana, esta barrera se superó en más de una treintena de surtidores del país, siempre según los datos proporcionados por Geoportal.
A las diez de la mañana, una gasolinera de Montseny (Barcelona) era la más cara de España para repostar con gasolina. Allí el litro tenia un precio de 2,139 euros por litro, siempre según los datos de la citada plataforma.
Al otro lado del listado de precios, el establecimiento donde este carburante era más barato se encuentra en Cortes de Pallás (Valencia), donde el litro de gasolina se abonaba a 1,149 euros.
Por su parte, el gasóleo de tipo A, el combustible de automoción más consumido en España, se vendía este viernes por encima de los 2 euros en 26 gasolineras de toda la red y costaba de media 1,774 euros por litro.
El pasado viernes, el gasóleo superaba esta barrera en más de cien gasolineras, por lo que cuadriplicaba con creces al número de establecimientos que marcaban este precio hoy.
El surtidor más caro para repostar gasóleo de entre los 11.228 que han notificado esta mañana sus precios al Geoportal estaba localizado en la población de Aldeahermosa, en el municipio de Montizón (Jaén), el litro se pagaba allí a 2,176 euros.
Se trata de más de un euro de lo que se registraba en un surtidor de Cortes de Pallás (Valencia), donde costaba 1,039 euros por litro, su precio más bajo en España.
Los precios promedios de hoy para ambos carburantes son más bajos que los registrados por el Boletín Petrolero de la Unión Europea (UE) entre los días 8 y 14 de marzo.
En esas jornadas el precio medio de la gasolina fue de 1,844 por litro, mientras que el del gasóleo se quedó en 1,817 euros.
‘LA PLUMA Y EL COHETE’ SE DEJAN SENTIR EN EL PRECIO FINAL
Esta bajada indica que los precios de la gasolina y el gasóleo han detenido de momento su tendencia al alza, aunque siguen superando con creces los máximos previos a la presente escalada.
Hace más de nueve años, la gasolina alcanzó su récord en los 1,521 euros por litro y el gasóleo hizo lo propio en los 1,445 euros por litro.
El ligero descenso de los últimos días se produce después de varias jornadas consecutivas de bajada en la cotización del barril de petróleo, perdiendo la barrera de los 100 dólares tanto en el Brent londinense con en el de Texas (WTI), en EEUU.
La posibilidad de un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania y las especulaciones en torno al fin de las sanciones sobre el petróleo iraní han motivado esta tendencia en el crudo.
De cualquier modo, la bajada del precio del petróleo no se traslada a los carburantes con tanto frenesí como su ascenso y, habitualmente, comienza a sentirse en los contadores de los surtidores 20 días después de que los barriles se abaraten.
Esta asimetría recibe el nombre de efecto de ‘la pluma y el cohete’ (algo que sube rápido y baja despacio) y afecta directamente a quienes repostan: Para ellos el carburante asciende rápidamente conforme al precio del crudo, pero la bajada de esta materia prima se refleja con mayor liviandad.
Según los expertos, los motivos detrás de este fenómeno son diversos. En primer lugar, el porcentaje del precio final que representan los impuestos, que suponen alrededor del 50 % de cada repostaje.
A esta cifra hay que añadirle un 10 % más que corresponde a los costes de distribución y a otros márgenes.
Además, hay un lapso de tiempo entre la extracción del crudo y su llegada a los depósitos, por lo que la traslación de los precios de un extremo de la cadena de producción al otro distorsionan los precios finales.
Un último factor es el tipo de cambio de las divisas internacionales, el barril -tanto en el caso del Brent, como en el de Texas o en el asiático Arabian Light- se comercializa en dólares, por lo que la debilidad del euro frente a la moneda estadounidense repercute directamente en la factura final.