La economía española estaría a punto de entrar en recesión, ya que sólo creció un 0,2 % durante el primer trimestre de 2022, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Este dato supone una reducción de una décima respecto al dato preliminar avanzado en abril (0,3 %) y de 2 puntos respecto a la subida del PIB del trimestre anterior (2,2 %).
Tenemos que recordar que para que un Estado entre en recesión tiene que haber dos trimestres consecutivos en negativo. Las sanciones económicas a Rusia, que las sufriremos todos, se empezaron a implementar a partir del mes de abril, por lo que no se refleja apenas esta circunstancia y cuando conozcamos en octubre cuál ha sido la evolución de abril a junio, se verá el verdadero daño al crecimiento español.
La subida incontrolada del precio de los alimentos y los productos básicos, luz, calefacción y gasolina, está generando ya un menor consumo de las familias que ven como cada vez les cuesta más llegar a fin de mes. Con el coste de los carburantes muy por encima ya de los dos euros, habiéndose comido ya toda la bonificación del Gobierno de 20 céntimos, los ciudadanos notan que cada vez tienen menos capacidad de ahorro y les queda menos en sus bolsillos.
El Gobierno prepara para este sábado una batería de medidas extraordinarias de calado económico, para reponerse del duro varapalo de las elecciones andaluzas e intentar convencer a los votantes que todavía hay partido de aquí a las próximas elecciones generales para evitar un cambio de ciclo y la llegada al poder del PP como vaticinan las encuestas.
España se enfrenta a un complicado escenario, con una deuda que supone ya el 121% del PIB, recordemos que en la anterior crisis de 2008, estaba en el entorno del 40%, con un IPC cercano al 9% y con una subida de tipos por parte del Banco Central Europeo para este mes de julio, las posibilidades de que nuestra economía entre en recesión son muy altas.
No podemos olvidar que durante este año y el próximo, recibiremos las ayudas de los fondos europeos cifradas en 140.000 millones de euros, pero muy probablemente ni aún así será suficiente para evitar que el PIB entre en una fase negativa, con la consiguiente destrucción de empleo, menos ingresos para el Estado y mayor gasto por el aumento de las prestaciones sociales.
Si analizamos los datos de contabilidad nacional trimestral difundidos este viernes por el INE apuntan a que la demanda nacional (consumo e inversión) ha restado 0,6 puntos al avance del PIB, en tanto que la demanda externa (exportaciones e importaciones) ha contribuido al crecimiento con 0,8 puntos, donde se aprecia claramente que los españoles gastan menos por el aumento del coste de la vida y la incertidumbre, lo más complicado se espera para después del verano, ya que la llegada de turistas amortiguará el golpe al consumo.
El principal lastre para el PIB ha sido el significativo descenso del consumo de los hogares, con una contracción del 2 %, en un trimestre marcado por un aumento de los casos de covid debido a la variante ómicron y a la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso en el mes de febrero, donde no tiene visos de terminar el conflicto por lo que debemos prepararnos para otra crisis mundial a la vuelta de la esquina.