El grupo galo Lactalis está decidido a convertirse en el gran operador lácteo europeo a distancias siderales de los demás. Además de mandar en Francia, en España se hizo con Puleva y en Italia quiere el gigante italiano Parmalat. Queda por ver si el país de Berlusconi dará luz verde desde las altas esferas a una operación que se antoja complicada por el importe y porque Parmalat es una compañía insignia en una economía que tutela políticamente las operaciones empresariales.
El caso es que en España la operación de compra del año pasado de Puleva por un auténtico dineral se quedó con el fleco de la filial de productos de valor añadido para la leche Puleva Biotech (rebautizada como Biosearch) propiedad de Ebro. La compañía gala se quedó con un 29,9% de la subsidiaria, es decir, lo justo para no lanzar Opa, mientras los antiguos dueños, Ebro Foods, mantuvieron una participación calificada de “financiera”; la justa para superar el 50% de la empresa. A su vez, los consejeros de Ebro dejaron vía libre a Lactalis en Biosearch. Es decir, control total.
No tardaron en escucharse voces descontentas entre los minoritarios de Biosearch, de las que Estrella Digital dio puntual cuenta, que incluso llegaron a la CNMV en forma de denuncia. Posteriormente, la asociación de accionistas minoritarios Aemec también reivindicó el lanzamiento de una oferta.
La operación española tendría un importe inferior al 5% de la italiana. Habrá que ver qué ocurre a medio plazo, ya que mientras en Ebro sostienen que no hay motivos para una OPA, cada vez son más los minoritarios que la dan por hecha.
Por lo que se ve, el problema de los franceses no es de dinero, ya que gastaron más de 600 millones por Puleva y quieren invertir más de cinco veces esa cantidad por Parmalat. No estaría de más una solución que satisfaciera, por una vez, al históricamente maltratado accionista minoritario.
Manuel López Torrents