domingo, noviembre 24, 2024
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El por qué de los presupuestos

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Un año se puede hacer muy largo, pero puede quedarse corto. Sobre todo si se habla de gastar 194.000 millones del Presupuesto del Estado, que es el monto total de las contrataciones que hace el Estado en su conjunto. Son tiempos de fin de Legislatura y llegan las prisas y las urgencias, algo que se lleva muy mal con una palabra poco gastada en el vocabulario económico español: planificación. Ayer Gerardo Sánchez Revenga el presidente de la Asociación de Empresas Contratistas con las Administraciones Públicas (AESMIDE), hizo un canto a la libertad. La libertad y flexibilidad para los gestores al administrar los contratos que adjudican.

No es asunto baladí. La pesada burocracia y normativa del Estado complican mucho la gestión de contratos que requieren un largo plazo. Sin ánimo de señalar, los de Defensa. Sin ánimo de señalar, pero en el estrado presentando el Foro convocado por Aesmide estaba Pedro Argüelles, secretario de Estado de Defensa, el hombre de las cuentas del Ministerio que dirige Pedro Morenés; estrado situado en la Escuela de Guerra del Ejército, en Madrid. Aesmide, que agrupa a 60 empresas que contratan con el Estado, tiene un claro peso en materias de la defensa y su industria.

Hasta tal punto, que su presidente, Sánchez Revenga, aseguró que “las empresas forman parte del sistema de defensa del país”. También que hay que explicar “la importancia real de estos gastos, cómo contribuyen al bienestar de los españoles”. Un bienestar basado en la seguridad y la tranquilidad, y también en el cuidado de los intereses españoles fuera de nuestras fronteras.

Argüelles ha sido el encargado de lidiar en el Ministerio, no solo con el recorte vertiginoso en gastos, sino con el abono de los pagos correspondientes a los Programas Especiales de Armamento (PEAS). Cuatro años en la planificación de la Defensa es una broma. Los Eurofighters que ahora están fabricándose comenzaron a diseñarse en Alemania, en unas oficinas con oficiales del aire de varios países, en los años 80. Por eso Argüelles insistió en la palabra mágica, “planificación”.

Un asunto perentorio para la industria española de la Defensa ante un panorama político que se prevé agitado y cambiante al menos en su geometría parlamentaria. Ahora que España se ha comprometido ante los aliados de la OTAN a un umbral de gasto del PIB en Defensa más decente y ha ascendido en estos postreros presupuestos del Ejecutivo de Rajoy. Una subida insuficiente, según el sentir general de los más de 300 participantes en el foro, muchos de ellos oficiales de las Fuerzas Armadas.

Revenga recalcó “la necesidad de que los gestores públicos dispongan del mayor plazo posible, dentro del ciclo anual presupuestario, para poder ejecutar de una manera más eficiente los créditos. Además, deberán considerarse otras cuestiones como la influencia del proceso del cierre contable en la gestión presupuestaria, cómo influye la comprobación material de la inversión en el ciclo presupuestario a efectos de una eficaz gestión, cuánto tarda en gestionarse una compra sencilla en la Administración o cuál es su ciclo completo”.

Unas necesidades de las empresas con las que el auditorio es más que sensible. Jaime Iglesias, director General de Presupuestos del Ministerio de Hacienda explicó al foro las líneas generales de los Presupuestos Generales del Estado, orgulloso de la “disciplina presupuestaria”. Sin embargo, quitó hierro a los problemas con el cumplimiento del déficit: “Los criterios de Maastrich se pudieron en 1991, nadie los ha revisado en estos más de veinte años. Igual habría que hacerlo”, resumiendo en cierto modo todo esto de los presupuestos, el déficit y los recortes, en un aparente asunto de convenciones doctrinales económicas. Se toma nota.

 

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