La apertura de la mina de Aznalcóllar (Sevilla), cerrada hace más de 20 años y de cuyo vertido tóxico se cumple este lunes 24 años, se encuentra solo pendiente de dos permisos para su apertura, de modo que podría comenzar su actividad el próximo verano.
Según han informado a EFE fuentes del proyecto, que encabeza la empresa Minera los Frailes, en estos momentos se está a la espera de que se conceda el permiso para el tratamiento de aguas, y posteriormente cuando se otorgue, será el turno para que la Dirección General de Medio Ambiente tenga que dar el visto bueno a la Autorización Ambiental Integrada (AAU).
A falta de que se firmase, todo pasaría a la Dirección General de Minas para la aprobación definitiva, y en verano podría iniciarse el trabajo de la mina, con una primera voladura de mineral en 2023, “ya que antes de eso, habría que preparar muchas cosas, de modo que esté todo previsto para cuando se extraiga el mineral por primera vez».
Mientras tanto, hoy se cumplen 24 años del vertido que tuvo lugar el 25 de abril de 1988, que provocó que 5,5 millones de metros cúbicos de lodos tóxicos y alrededor de 1,9 millones de metros cúbicos de aguas ácidas se dispersasen sobre las riberas de los ríos Agrio y Guadiamar, recorriendo 62 kilómetros y con una anchura de 400 metros, lo que llegó a las puertas de Doñana e inundó 4.600 hectáreas de terreno.
Según Ecologistas en Acción, se retiraron siete millones de metros cúbicos de lodos y 30 toneladas de animales muertos, mientras que, en el ámbito social, unas 5.000 personas perdieron sus empleos y las pérdidas llegaron a casi 11 millones de euros.
A día de hoy, la balsa se encuentra sellada y colmatada, sin que la empresa Bolidén llegase nunca a sufragar los trabajos ni a pagar sanciones por estos hechos.
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