«La Comisión quiere una industria viable y competitiva en Europa», subrayó el presidente del Ejecutivo comunitario, José Manuel Durao Barroso, en la rueda de prensa que ofreció para presentar el plan de reactivación económica diseñado por Bruselas.
En el caso del automóvil, la CE trata, explicó, de «proteger el empleo en este sector clave y asegurar su viabilidad a largo plazo impulsando una reforma sostenible que acoja las nuevas tecnologías ecológicas y que convierta a los fabricantes europeos en líderes mundiales en un mercado cada vez más competitivo».
Barroso subrayó que las propuestas de Bruselas «no son anticuadas» y aseguró que algunas de las iniciativas planteadas en otras partes del mundo contradicen las reglas de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
«No podemos proponer un plan como los que se han sugerido, sería contraproducente», insistió Barroso, que consideró necesario ayudar a los fabricantes a «transformarse en una industria más moderna y a producir coches menos contaminantes».
Junto al fondo de 5.000 millones en el que participarían entre otros el Banco Europeo de Inversiones (BEI), la CE propone que esa institución ofrezca créditos a las compañías automovilísticas y a sus proveedores para financiar la innovación en tecnologías limpias.
En paralelo, Bruselas plantea dar una autorización temporal a los estados miembros para que subsidien parte del coste de los préstamos que solicitan los fabricantes a las entidades financieras.
La CE también quiere permitir a los gobiernos durante un tiempo ofrecer créditos subvencionados para la inversión en nuevos modelos de coches que vayan más allá de los estándares medioambientales fijados a escala europea.
Bruselas se comprometió además a revisar las reglas del fondo de ajuste a la globalización -dirigido a la reinserción de trabajadores despedidos por los cambios en los flujos de comercio mundial-, para que pueda intervenir «más rápidamente» en sectores como el del automóvil.
Ese fondo contribuiría a cofinanciar la formación de los empleados para nuevos puestos y a mantener la preparación de los trabajadores sin empleo para que puedan incorporarse una vez que «la economía comience a recuperarse».
En términos generales, Bruselas cree que los estímulos fiscales de los estados miembros deben impulsar todas las industrias y, en concreto, la del coche, un producto que por su alto precio es uno de los más dependientes de la confianza de los consumidores.
El plan de reactivación comunitario también subraya la necesidad de que los bancos -en especial lo que han recibido ayudas estatales para superar la crisis financiera-, mantengan los préstamos a unos intereses asumibles para las empresas.