En agosto pasado, Irán anunció que tenía «casi 4.000 centrifugadoras» en funcionamiento en la planta de Natanz, uno de los principales centros nucleares del país, donde los países occidentales sospechan que podrían utilizarse para la producción de armamento atómico.
Por otro lado, Aghazadeh explicó que la construcción de un reactor de 40 megavatios para la planta de agua pesada de Arak, al oeste de la capital, está avanzando y que la primera fase de producción de varillas de combustible nuclear se hará realidad a finales de este año.
En Arak, donde Irán declara que fabrica material radiológico para la lucha contra el cáncer, también se puede producir plutonio, uno de los elementos clave para la construcción de armamento atómico.
En cuanto a la suspensión de las actividades de enriquecimiento de uranio por parte de Irán, solicitadas por la comunidad internacional, Aghazadeh señaló que dicha suspensión no tiene significado en el vocabulario iraní.
«Jamás existirá semejante cosa» en Irán, subrayó Aghazadeh, para quien las actividades nucleares de la República Islámica «están basadas totalmente en actividades pacíficas». «El enriquecimiento de uranio, que es un labor que requiere mucho tiempo, se está haciendo de forma gradual y en los próximos cinco años debemos instalar al menos cincuenta mil centrifugadoras», concluyó.
Uranio en gas
El Consejo de Seguridad de la ONU exige a Irán desde hace dos años que suspenda el enriquecimiento del elemento radiactivo para poder crear un ambiente de confianza, ya que este programa facilita un posible doble uso, civil y militar.
No obstante, los técnicos iraníes siguen introduciendo uranio en gas (UF6 hexafloruro de uranio) en las centrifugadoras para producir este elemento químico enriquecido.
El uranio es un material considerado legal para la Justicia internacional, pero especialmente delicado por su posible uso militar.