En un discurso al comienzo de la reunión, el presidente electo reconoció que los Estados padecen de modo agudo las consecuencias de la crisis y prometió ponerse en marcha «con rapidez» para hacer frente a los problemas económicos.
Entre otras cosas, subrayó que pretende «poner recortes de impuestos en los bolsillos de las familias de clase media que atraviesan dificultades» y empezar a hacer efectivas «las inversiones que necesitaremos para crear una economía fuerte durante muchos años».
A la reunión en Filadelfia asistieron los gobernadores de 45 Estados, tanto demócratas como republicanos.
Acción inmediata
«Para resolver esta crisis y aliviar los problemas en nuestros Estados, necesitamos actuar, y actuar ya», insistió Obama, que afirmó que contará con los gobernadores y sus Estados para aportarle ideas y ayudarle a forjar la estrategia adecuada contra la crisis. Según Obama, como presidente «no les pediré simplemente que me ayuden a poner en marcha nuestro plan de recuperación económica. Les pediré que me ayuden a diseñar ese plan… Así es como haremos crecer nuestra economía, desde la base».
El presidente electo propuso una «firme alianza» entre el Gobierno federal y los locales para acometer los graves problemas económicos y tendió una mano a los republicanos, al afirmar que «durante las elecciones competimos animadamente, pero cuando se acaba ese periodo llega el momento de gobernar, y ese momento ha llegado ya».
Desde su triunfo en las elecciones del 4 de noviembre, Obama ha insistido en que hacer frente a los problemas económicos del país será su principal prioridad desde el día en que se instale en la Casa Blanca. El presidente electo es partidario de un plan de estímulo económico que se sume a las medidas ya adoptadas por el Gobierno del presidente George W. Bush. La meta de Obama es crear o ayudar a mantener 2,5 millones de puestos de trabajo.
Desempleo
En la reunión, los gobernadores exponen lo acuciante de la crisis económica en sus Estados, donde las pérdidas de puestos de trabajo han aumentado la demanda de programas de asistencia al tiempo que los gobiernos locales ingresan menos dinero por impuestos.
Los gobernadores han pedido al menos 40.000 millones de dólares para hacer frente a los gastos sanitarios de los más desfavorecidos y en torno a los 130.000 millones en inversiones en infraestructuras, como una vía para reactivar la actividad económica.
El anfitrión de la reunión, el gobernador de Pensilvania y presidente de la Asociación Nacional de Gobernadores Ed Rendell, afirmó el lunes que «sin la ayuda del Gobierno federal tendremos que recortar programas y/o aumentar los impuestos, y cualquiera de las dos cosas tendría un efecto aún peor en nuestras economías. Simple y llanamente, necesitamos ayuda».