El audio incluye un disco compacto con la grabación de la lectura, junto a su transcripción y unas notas con datos de la vida y obra de este poeta realista herido por la historia de la guerra posguerra.
En la lectura que hizo Ángel González se incluyen los poemas hasta entonces publicados, intercalados con reflexiones reveladoras sobre su trabajo.
En esta selección hizo una distinción entre los poemas que tenían carácter autobiográfico, los escritos en torno al paso del tiempo y los metapoéticos, «poemas sobre la escritura del poema».
Pero el audio libro, además, recoge los poemas que González leyó en otra ocasión en la Residencia, en 2001, cuando se publicó su libro Otoño y otras luces.
Superviviente de la generación de los 50 junto a José Manuel Caballero Bonald
Este audio libro fue presentado este viernes por un anfitrión de lujo, el poeta valenciano Francisco Brines, superviviente de la generación de los 50 junto a José Manuel Caballero Bonald, en la misma Residencia de Estudiantes, el templo de la poesía por excelencia, muy ligada a Ángel González, como recordó Alicia Navarro, directora de esta institución bautizada por Juan Ramón Jiménez como la Colina de los Chopos.
Brines relató que González «leía muy bien los versos» de una poesía que se caracteriza «por ser muy cristalina, capaz de transportar los sentimientos y las vivencias desde la que escribía. Modelada por la brisa y los cambios de tonalidades de su voz, siempre con la ironía y las metáforas que necesitaba para burlar a la censura».
«Desde que le conocí -explicó-, me lo presentó Carlos Bousoño cuando era muy joven y había quedado finalista del Adonais, con Áspero mundo, nunca comportó cambios esenciales. Solo su figura cuando se dejó esa barba, que le daba cierto aire aristocrático. Siempre fue fiel a su convencionalismo moral y a sus ideas», subrayó Brines.
«Y Sin esperanza con convencimiento, título de una de sus obras, podría haber sido elegido por Ángel para resumir toda su escritura», añadió Brines, para quien el paso del tiempo es una de las características en la poesía de González, «primero el que se refiere al tiempo histórico que le tocó vivir y después el tiempo puro, desde la idea de lo efímero que somos».
«Dialogante hasta cuando bebíamos, sabía escuchar siempre y era un gran defensor de sus poetas preferidos: Gabriel Celaya, luego Juan Ramón Jiménez y después su elegido mayor Antonio Machado». Así definió Brines a su compañero.