martes, noviembre 26, 2024
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Argentina conmemora 25 años de democracia sin grandes actos y entre protestas

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En vísperas de los 25 años de la toma de posesión del radical Raúl Alfonsín, elegido en los comicios presidenciales del 30 octubre de 1983, la Federación Agraria comenzó este miércoles una serie de marchas de protesta contra la política agropecuaria del Gobierno en distintos puntos del país que concluirán a mediados de mes.

Alfonsín, quien padece cáncer a sus 81 años, había elegido asumir el Gobierno democrático un 10 de diciembre en sintonía con el Día Universal de los Derechos Humanos.

Mientras gobiernos provinciales y municipios preparan sus actos conmemorativos en ausencia de una celebración central, las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo marcharán el jueves bajo la consigna de «sobre la impunidad y la injusticia no podremos construir el país que soñaron» los desaparecidos a manos de la dictadura (1976-1989).

Desaparecidos

La vigésimooctava «Marcha de la Resistencia» de los organismos humanitarios argentinos también reclamará por la «aparición con vida» de Julio López, quien el 18 de septiembre de 2006 se convirtió en el «primer desaparecido de la democracia» tras haber sido testigo clave para que se condenara a ex policías por delitos de lesa humanidad. La desaparición de López, de 77 años cuando se lo vio por última vez en su casa de las afueras de Buenos Aires, puso en tela de juicio la protección de los testigos en los múltiples juicios que aún se instruyen por crímenes cometidos durante el régimen militar.

Los organismos humanitarios también reclamarán por los 400 niños que se presume que han sido robados a sus padres en cautiverio en centros clandestinos de la dictadura y se pronunciarán sobre los conflictos sociales que padece el país un cuarto de siglo después de restablecida la democracia.

Trágica herencia

El 10 de diciembre de 1983, Raúl Alfonsín, líder de la Unión Cívica Radical (UCR), heredó un país agobiado por los crímenes de la dictadura, la derrota en la guerra con el Reino Unido por la posesión de las islas Malvinas (1982) y una inflación que se había disparado al 433 por ciento anual. La deuda pública exterior argentina sumaba unos 45.000 millones de dólares, seis veces más que la que había cuando los militares tomaron el poder, en marzo de 1976.

La deuda soberana de Argentina alcanza hoy a unos 132.000 millones de dólares, sin contar con los bonos por 20.000 millones en manos de acreedores que no aceptaron la refinanciación de 2005, que sacó al país del cese de pagos declarado en 2001, el mayor de la historia financiera.

Los registros oficiales marcan hoy que el 17 por ciento de la población es pobre, indicador que muestra una mejora de sólo dos puntos porcentuales en relación con los de fines de 1983.

El recuerdo de la condena

En la memoria colectiva de los argentinos predomina hoy el recuerdo del juicio y condena a los jerarcas de la dictadura (1985), la rebelión militar de la Semana Santa de 1987, la primera de las cuatro que sufrió esta democracia y forzaron las «leyes del perdón» de Alfonsín que beneficiaron a represores. También se recuerdan los indultos que concedió Carlos Menem (1989-1999), el sucesor de Alfonsín, tanto a represores condenados como a ex guerrilleros.

A Menem, que ahora afronta varias causas por presunta corrupción, se le reprochan las privatizaciones de todas las empresas públicas y el dispendio que supuso la convertibilidad con paridad de «uno a uno» entre el peso y el dólar que puso en marcha en 1990, entre otras reformas neoliberales aplicadas en sus diez años de mandato.

Tiempos críticos

El 10 de diciembre de 1999, Fernando De la Rúa, líder de una coalición de la UCR con fuerzas de centro izquierda, sucedió a Menem cuando el país llevaba un año de una recesión que duró hasta 2002 y constituyó la más severa crisis económica que han sufrido los argentinos.

De la Rúa renunció el 20 de diciembre de 2001, en la mitad de su mandato, en medio de una oleada de saqueos a supermercados y disturbios que dejaron como resultado una treintena de muertos, el cese de pagos y el fin de la paridad del peso con el dólar, a comienzos de 2002.

Cristina Fernández sucedió a su esposo, Néstor Kirchner (2003-2007), que logró recuperar el crecimiento económico y reducir las tasas de desempleo y pobreza después de recibir el gobierno de Eduardo Duhalde (2002-2003), quien cada tanto recuerda que se hizo cargo del «infierno» que había heredado de De la Rúa.

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