A la reunión está invitada Rusia, así como otros productores de crudo independientes, a quienes los trece países miembros de la OPEP han pedido que se adhieran a sus esfuerzos limitando también los suministros al mercado, con el fin de frenar el desplome de los precios del crudo.
Jelil, quien es también ministro de Energía de Argelia, declinó manifestarse sobre la posibilidad de que Rusia entre en la organización, pero destacó que Moscú envía a Orán una delegación de alto nivel, encabezada por el viceprimer ministro, Igor Sechin, y el ministro de Energía, Serguei Shmako.
«Llegarán mañana (..). Supongo que el viceprimer ministro no se desplaza por pacotilla. Es una delegación muy fuerte, con una veintena de personas. Esperamos que su decisión esté a la altura de la representatividad de la delegación», explicó el ministro.
«Rusia tendría una importancia particular en la OPEP si se integrara en ella, pues aumentaría el poder de la OPEP en cuanto al control de la producción (petrolera), que pasaría a ser más del 50%, en lugar del 40% (actual) de la producción mundial», destacó.
Explicó que en general, la organización petrolera está abierta al ingreso de otros países y Rusia «es un país miembro observador, como Angola lo era, y Angola decidió integrar la OPEP», mientras que Ecuador regresó al seno de la organización el año pasado, tras tres décadas de ausencia.
En este sentido, lamentó la partida de Indonesia, país que participará el miércoles por última vez en una conferencia de la OPEP, pues se retira a partir del próximo 1 de enero por haber pasado de ser exportador a ser importador neto de crudo.
No obstante, los observadores del sector se muestran escépticos de que Rusia se postule para integrar la organización en estos momentos, aunque todo apunta a que al menos estrechará su cooperación y reducirá también su bombeo.
Según Jelil, lo que se espera este miércoles de Rusia es «un apoyo a la decisión de la OPEP que sea concreto, es decir, que se realice sobre el terreno».
El presidente saliente de la organización aludió así al hecho de que en el pasado los compromisos, no vinculantes, de Moscú para reducir su oferta quedaron en el papel, pues no se cumplieron o se cumplieron sólo muy parcialmente.