domingo, noviembre 24, 2024
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El 82% de los hijos de las maltratadas también son víctimas

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El trabajo, presentado por la presidenta de la organización, Ana María del Campo; la psicóloga Lola Aguilar, la directora del Instituto de la Mujer, Rosa Peris; y el delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente; analiza los casos registrados en el centro desde 1991 hasta 2006 para «acabar con los mitos sobre las mujeres maltratadas y sus agresores».

Así, denuncia que el 84 por ciento de los maltratadores trabaja y el 14 por ciento «lo hace, además, en profesiones con responsabilidad sobre las políticas de género, en la formación de los niños o en la atención directa a mujeres maltratadas», según contaron las que fueron sus parejas cuando entraron en el CARRMM.

Seis de cada diez de estas mujeres empezaron a ser maltratadas al iniciar la convivencia y nueve de cada diez había intentado separarse en alguna ocasión.

También un 95 por ciento son las que habían sufrido malos tratos físicos, mientras que en el cien por cien de los casos había también violencia psicológica.

Además, «la mitad de las mujeres había abortado, una tasa elevadísima» en comparación con la media nacional.

«Hijos de la violencia»

El 91 por ciento de estas mujeres tenía uno o dos hijos, y aunque según el estudio un 82 por ciento de los hijos de maltratadas son víctimas también de la violencia de género, sólo el 18 por ciento de las madres lo reconocía al principio.

Según apostilló Lorente sobre este asunto, en términos generales «entre un 30 y un 40 por ciento de estos niños sufren malos tratos físicos directos».

Sobre estos menores, la psicóloga explicó que sufren «efectos físicos muy variados» y registran una «mayor incidencia de todos los trastornos psicosomáticos, como el dolor abdominal».

Además, padecen crisis de «reexperimentación del trauma», lo que les convierte en unos niños «extremadamente vigilantes» que en muchos casos tienen problemas para controlar su ira.

Aguilar aseguró que estos trastornos se mantienen mientras prosigue el contacto con la fuente de la violencia, es decir, el padre, pero «sólo un porcentaje ínfimo de jueces considera que los niños son también víctimas» por lo que son frecuentes las sentencias que imponen custodia compartida o un régimen de visitas.

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