La propia empresa de la que se ha convertido en la cuarta víctima mortal de ETA de este año fue objeto de un ataque, cuando en marzo del pasado año, varios camiones-hormigonera de la constructora sufrieron daños y pintadas en contra del proyecto del TAV en la localidad guipuzcoana de Azpeitia, localidad en la que tuvo lugar el atentado de este miércoles.
Los camiones habían sido estacionados por la noche en el recinto que la empresa tiene en el barrio Madalena de Azpeitia y el día después aparecieron, al menos seis de ellos, con «daños y alguna pintada» en contra de la construcción del Tren de Alta Velocidad. La empresa guipuzcoana, una de las adjudicatarias de las obras del Tren de Alta Velocidad, interpuso una denuncia por estos hechos ante la Ertzaintza.
Este año, el objetivo principal de los terroristas fue la constructora Amenabar. El pasado 1 de junio, un artefacto hizo explosión frente a la sede de la compañía, en la localidad guipuzcoana de Zarautz, provocando heridas de carácter leve a dos agentes de la Ertzaintza y otra persona más.
La empresa ya había sufrido un ataque de ETA el 12 de mayo contra dos de sus excavadoras, que se encontraban estacionadas en el barrio Santa Bárbara de la localidad de Hernani. Las bombas hicieron explosión durante la madrugada, causando únicamente daños materiales en las máquinas, aunque sin destrozarlas en su totalidad.
Poco después, en el mes de julio, la empresa fue objeto de un registro ordenado por el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, en relación con un supuesto intento de extorsión por parte de la organización terrorista.
Además, El 14 de abril, desconocidos incendiaron en Andoain una excavadora de otra empresa adjudicataria de las obras para la ‘Y vasca’.
Amenaza directa de ETA
Meses después, en agosto de este año, ETA reivindicó en un comunicado enviado a Gara estas tres acciones violentas y amenazó directamente a las empresas adjudicatarias de las obras del TAV, a las que considera sometidas a «intereses ajenos a Euskal Herria» y acusa de «enterrar en cemento» el proyecto independentista.
En el comunicado ETA justificaba sus ataques porque esta infraestructura, aseguraba, supone «el ejemplo más claro de la política del PNV y sus acólitos». Acusaba a los empresarios de pretender «enterrar en cemento» el proyecto independentista para garantizar beneficios «al PNV y sus acólitos».
El texto destacaba expresamente la condición de adjudicatarias del TAV de las empresas atacadas –Amenabar, Fonorte y Acciona– que trabajan para unos «intereses ajenos a Euskal Herria», en la que únicamente dejarán una «cicatriz de cemento».
Meses antes, en una entrevista concendida a Gara y publicada el 5 de enero, la organización terrorista denunciaba que, con el proyecto de la denominada Y vasca, el PNV hubiera «hecho su apuesta desde una perspectiva de política y estabilidad del Estado español» y diseñado «sus estrategias en esa dirección, junto con los poderes de España y un PSOE que está en el Gobierno».
«El TAV no es necesario»
«El proyecto del Tren de Alta Velocidad es una buena muestra de ello, así como el respaldo ofrecido por el PNV a los presupuestos de España», afirmaba. «Una vez más, están apostando a dejar que el conflicto se pudra, sin querer escuchar las sensatas críticas dirigidas por los ciudadanos. Incluso se han atrevido a decir que se trata de un proyecto ecologista, necesario o imprescindible, meras tonterías si no se tratara de un proyecto que hipoteca el futuro de nuestro pueblo», apostillaba.
Para los terroristas, «si se hiciera una reflexión y un debate democrático en torno a las necesidades de Euskal Herria para estructurarse como pueblo y responder a sus necesidades de desarrollo, se vería claramente que el TAV no es necesario».
Además, en algunas de las últimas operaciones realizadas contra ETA y su entorno, las fuerzas de seguridad han encontrado documentación que les relacionaba con los ataques a la alta velocidad.