El Museo Victoria & Albert, en Londres, dedica su exposición de primavera al barroco, uno de los grandes movimientos culturales europeos con ramificaciones tardías en otros continentes.
Éste es un año de inmersión total en el barroco con, entre otras cosas, la conmemoración de dos músicos geniales, los 250 años de la muerte de Georg Friedrich Händel y los 350 del nacimiento de Henry Purcell, a quienes el Covent Garden y el festival de Glyndebourne dedican nuevas producciones operísticas.
El barroco fue en efecto una era de opulencia, de ostentación, de extravagancia y excesos de todo tipo, y es una paradoja que la exposición coincida con una crisis económica mundial que va a exigir más bien las virtudes opuestas.
No lo cree, sin embargo, así Michael Snodin, el experto que la ha comisariado, quien explica que la opulencia de la era barroca «estaba plenamente al servicio de un sistema político y de la Iglesia», mientras que lo ocurrido con los banqueros de la City sólo puede calificarse de «puro egoísmo».
Titulada El Barroco 1620-1800: El Estilo en la Era de la Magnificencia, la exposición, que podrá visitarse del 4 de abril hasta el 19 de julio, trata de analizar «el primer movimiento artístico realmente global», como lo califica Snodin.
Es un movimiento que asume al mismo tiempo «características locales»: así hay, por ejemplo, figuritas de Jesús de Goa (en la India) elaboradas por artesanos locales con marfil traído de África y que luego vuelven a cruzar el océano y se exportan a Europa, todo ello gracias a un comercio floreciente que dura varios siglos.
La exposición se iniciará con la exploración de los elementos del barroco, estilo íntimamente vinculado a la Contrarreforma, documentará su surgimiento en París y Roma, su difusión por toda Europa y su exportación, gracias a españoles y portugueses y a la propia Iglesia, al Nuevo Mundo, Filipinas o la India.
Carácter religioso
«El barroco al servicio del poder de la Iglesia es un estilo muy persuasivo, que no se puede ignorar porque envía siempre mensajes muy claros, muy fuertes a la vez que dramáticos», afirma Snodin.
Entre las piezas de carácter religioso procedentes de Latinoamérica, el comisario menciona un altar completo de la capilla de una antigua hacienda de México de seis metros de altura.
Hay asimismo una «Dolorosa» del gran escultor del barroco brasileño Antonio Francisco Lisboa, más conocido como Aleijadinho, procedente de Sao Paulo, y una «Inmaculada Concepción», de Tiepolo, que se conserva en el Prado.
También se expondrá un belén de Cuzco, del museo de América, de Madrid, y un cuadro de Manuel de Arellano que representa una procesión con la virgen de Guadalupe en la ciudad de México.
De la iglesia jesuita de San Roque, en Lisboa, llega el tesoro de la capilla de San Juan Bautista, que el rey Juan V el Magnánimo de Portugal mandó construir y equipar totalmente en Roma.
El Museo Nacional de Escultura de Valladolid aporta una escultura de Judas Iscariote, de Andrés de Solanes, según Snodin, quien explica que el año pasado se filmaron además en Sevilla varias procesiones de Semana Santa para que los visitantes puedan hacerse una idea de la utilización actual de la imaginería barroca.
Teatro
Pero el barroco es también la edad del florecimiento del teatro en las cortes europeas – Calderón en España, Shakespeare en Inglaterra, Racine en Francia- y del desarrollo de un género nuevo, la ópera, que fusiona el teatro con la música y la danza.
A todo ello está dedicada la segunda sección, que incluye modelos arquitectónicos originales para el teatro, trajes y atrezos y estará oportunamente amenizada con música de la ópera «Atys» de Jean-Baptiste Lully para la corte de Luis XIV, de Francia.
Las tres últimas secciones, según explica el comisario, tratan de los espacios públicos, espacios sagrados y espacios profanos.