Así, en los últimos días, han estado en el punto de mira de Gobierno y opinión pública entidades como el banco Société Générale, cuyos directivos han renunciado finalmente a ejercer su derecho sobre las ‘stock-options’, el ex presidente de Valeo o los responsables de GDF-Suez.
En el caso de Natixis, filial común de Banques Populaires y Caisse d’Epargne muy afectada por la crisis financiera, registró en 2008 unas pérdidas de 2.800 millones de euros y se ha visto obligada a colocar 31.000 millones de activos tóxicos en una estructura gestionada de manera independiente.
El banco recibió además en diciembre, a través de sus dos casas matriz, 2.000 millones de euros propios en el marco de la primera inyección de fondos públicos acordada por el Gobierno. A ello se añade que la nueva entidad surgida de la fusión entre Banques Populaires y Caisses d’Epargne, que poseerá el 71 % de las acciones de Natixis, recibirá del Estado 5.000 millones de euros suplementarios.
Natixis ha anunciado oficialmente la supresión de 1.250 puestos de trabajo en el conjunto del grupo y hoy está prevista una reunión del comité de empresa para hablar de los últimos 130 despidos en Francia decididos el pasado mes de diciembre.
El que fuera secretario general adjunto del Elíseo, François Pérol, ha asumido este mes de marzo la presidencia del consejo de administración de Natixis mientras los principales dirigentes de los dos bancos mutualistas y de su filial han renunciado a sus bonus y no han recibido tampoco ‘stock-options’.
A pesar de todo, la polémica es también intensa en el seno del banco, donde los operadores tienen la sensación de ser tratados de manera injusta y los equipos de ‘brokers’ que han logrado beneficios para la entidad se sienten lesionados. En Francia los bonus han bajado entre un 70% y un 80% más que en el resto del mundo, especialmente en Estados Unidos, debido a la existencia de bonus garantizados.