Los banqueros aprovecharon la cita para trasladar a Obama su apoyo al nuevo plan lanzado por el Tesoro para luchar contra los activos tóxicos del sistema financiero, aunque advirtieron que los problemas del sector están lejos de haberse resuelto, según afirmaron varios de los empresarios a la cadena CNBC de televisión.
Al encuentro asistieron también los consejeros delegados de los gigantes hipotecarios Fannie Mae, Freddie Mac, así como JPMorgan Chase, Citigroup, Bank of America, Bank of New York Mellon, State Street, Morgan Stanley, PNC Financial, US Bancorp, Northern Trust y American Express.
El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, explicó tras el encuentro que Obama urgió a los bancos a volver a conceder préstamos a los consumidores y empresas, además de conversar sobre la necesidad de que se establezcan una nueva regulación del sistema financiero para evitar en el futuro una crisis como la actual.
«Alianza»
El presidente Obama recibió a los titulares de los principales bancos del país con un espíritu «constructivo» y para proponerles el establecimiento de una «alianza» entre la Casa Blanca y Wall Street que ayude a reparar el deteriorado sistema financiero estadounidenses, según informó la cadena Fox.
La reunión tuvo lugar después de que el Tesoro desvelara a principios de semana un esperado plan que propone la compra de ‘activos tóxicos’ por un importe inicial de 500.000 millones de dólares que podría alcanzar hasta el billón de dólares, con financiación de la Reserva Federal y Corporación de Garantía de Depósitos (FDIC), que busca la participación del sector privado.
Además, se celebró días después de la fuerte polémica que se desató la semana pasada al conocerse que la aseguradora AIG había repartido días antes unos 165 millones de dólares entre sus empleados en concepto de bonificaciones, pese a que la empresa ha sido rescatada con 170.000 millones de dólares de los contribuyentes.
El malestar se hizo patente en la Casa Blanca, con duras palabras de Obama hacia el sector financiero, y en el Capitolio, donde la Cámara de Representantes aprobó con sorprende rapidez un proyecto de ley para gravar con un impuesto del 90 por ciento las primas que reciban empleados de empresas rescatadas con al menos 5.000 millones de dólares.
Ahora la intención de la Administración Obama es buscar un nuevo acercamiento con Wall Street, dejar a un lado las críticas, no centrarse exclusivamente en la contribución del sector financiero a la actual crisis, y reconocer que los bancos tienen un papel importante para ayudar en la recuperación de la economía.