La entidad supervisora sugiere debatir sobre una revisión automática de las pensiones en el caso de que el IPC real fuera inferior al estimado, así como tomar un índice de precios de referencia, elaborado a partir de una cesta representativa, que se ajustara «mejor al poder adquisitivo de los pensionistas».
Asimismo, plantea que se debata sobre el aumento del número de años de cotización a la hora de calcular la base reguladora de la pensión de jubilación y extender el período de cálculo, por ejemplo, «a toda la vida laboral».
También sugiere analizar la posibilidad de aumentar el número de años necesarios para percibir el cien por cien de la pensión, retrasar la edad de jubilación hasta los 67 años y aumentar el número de años necesarios para obtener la pensión contributiva, que actualmente es de quince.
Para el Banco de España, el nivel retributivo de las pensiones es «reducido» y recuerda que en 2008 el gasto en pensiones por cada individuo de 65 años o más fue de alrededor del 56 por ciento del PIB per cápita, frente al casi 75 por ciento de la media de la Unión Europea.
Por ello, recomienda valorar otras opciones que permitan aumentar los recursos del sistema contributivo público a través, por ejemplo, del desarrollo de un sistema de capitalización, con sus ventajas e inconvenientes.
Con estas reflexiones, el Banco de España urge a debatir reformas en el sistema de pensiones para que se implanten de forma gradual antes de que los efectos del envejecimiento de la población se produzcan con «con mayor virulencia».
El documento señala que la brusca reducción de la tasa de natalidad y el progresivo aumento de la esperanza de vida está cambiando la estructura de la pirámide poblacional en España.
El colectivo mayor de 65 años gana importancia actualmente y, según las proyecciones demográficas de Eurostat, que cita el informe, en España se producirá un aumento de la población cercano al 15 por ciento entre 2008 y 2060, lo que supondría un incremento de 6,5 millones de personas.
A pesar de la entrada de inmigrantes, señala que habrá un acusado proceso de envejecimiento que elevaría la tasa de dependencia (la población mayor de 65 años sobre la población en edad de trabajar) hasta el 59,1 por ciento en 2060, casi ocho puntos por encima de la media de la UE-15 en ese año.
Este aumento de la tasa se produciría, añade, por la baja tasa de natalidad (1,39 hijos por mujer), unido al progresivo aumento de la esperanza de vida (unos 7,5 años para los hombres y 5,7 para las mujeres).
El estudio señala que según la Comisión Europea la tasa media de la productividad por hora trabajada aumentará para los países de la UE a largo plazo así como la tasa de actividad, mientras que la tasa de desempleo tendrá «reducciones importantes».
Según el Banco de España, estos supuestos favorecerían la evolución de la economía y el empleo en España, siempre que se acometieran reformas sustanciales en el mercado laboral.