Desde que en diciembre de 2007 se anunció la creación del Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), este se convirtió en un paraguas bajo el cual se aglomeran numerosos grupúsculos integristas. El portavoz militar cifró en unos 15.000 los integristas que operan sobre todo en «las zonas montañosas» de Pakistán. «Dicen que son el TTP pero eso cae en el dominio psicológico, para intentar dominar a las fuerzas de seguridad, al pueblo y al Estado con propósitos propagandísticos», estimó Abbas.
El Gobierno dio por roto la semana pasada un controvertido acuerdo de paz con los integristas en Malakand, tras comprobar que los talibanes de Swat -valle situado en esta división norteña- aprovecharon la tregua para avanzar en abril a los distritos vecinos de Dir, Shangla y Buner, este último a sólo 100 kilómetros de Islamabad. Las autoridades ordenaron entonces al Ejército paquistaní lanzar una gran operación por tierra y aire en Malakand, donde el grueso de la ofensiva se centra en Swat y ha causado al menos 750 muertos, según cálculos militares. «El 90 por ciento de los insurgentes en Swat son autóctonos. Tienen aspiraciones en distritos vecinos, pero no carecen de un gran plan a escala regional o nacional», sintetizó el portavoz militar paquistaní, quien cifró en 4.000 los insurgentes que se enfrentan en el valle a unos 15.000 miembros de las fuerzas de seguridad.
Un total de 130.000 miembros de las fuerzas de seguridad se hallan desplegados en los principales campos de batalla contra los talibanes, la escarpada Provincia de la Frontera del Noroeste (NWFP) y el adyacente cinturón tribal, donde predomina la etnia pastún. En las siete «agencias» tribales -seis de las cuales limitan con Afganistán- el Ejército paquistaní se ve obligado a adoptar estrategias diferentes, pero las que más preocupación suscitan son Waziristán del Norte y del Sur. En esta última tiene su feudo Baitulá Mehsud, el líder nominal del Tehrik-e-Taliban Pakistan.
Agenda propia
De acuerdo con el periodista Pir Zubair Shah, experto en temas talibanes y perteneciente a la tribu de Mehsud, éste tiene una agenda propia, ligada a la guerra en Afganistán pero centrada en ataques en territorio paquistaní e incluso objetivos globales. «Mehsud tiene a unos 2.000 hombres preparados para cometer atentados suicidas», aseguró Zubair a Efe, al tiempo que expuso que el líder del TTP da abrigo a la sopa de letras de grupos islamistas nutridos esencialmente de punjabíes. «Los extremistas de Waziristán tienen más lazos con Al Qaeda y los talibanes afganos. La insurgencia de Swat está interesada sobre todo en implantar la ‘sharía’ (Ley Islámica). No necesariamente coinciden en sus objetivos», convino Humayun Khan, del Instituto de Estudios Estratégicos.
En regiones como Khyber -donde se halla el principal paso estratégico a Afganistán- actúan grupos criminales apoyados en ocasiones por insurgentes, mientras que en Kurram, otra «agencia» tribal, la violencia gira alrededor del conflicto sectario entre suníes y chiíes. Khan observó que los talibanes tienen un programa ideológico laxo, pero asumió que parte de su éxito se debe a que el Ejército paquistaní está entrenado para luchar contra las tropas indias y no para «una guerra de guerrillas». Para el portavoz militar paquistaní, el Estado debe hacer frente a tres grandes «amenazas»: la red terrorista Al Qaeda, los talibanes y la «ideología extremista».
Hay que buscar a los miembros de Al Qaeda entre el millar de insurgentes de origen extranjero -chechenes, uzbekos, tayikos, árabes- que operan en Pakistán: sobre ellos «no hay disputa, hay que eliminarlos». Un peldaño por debajo están «los talibanes afganos y paquistaníes», a los cuales el Ejército «elimina cuando suponen una amenaza directa» para el Estado, precisó. En la «guerra ideológica», que se libra también fuera de la NWFP, tienen un papel esencial «la sociedad y el Gobierno», ya que «la respuesta militar» no es suficiente, concluyó Abbas.