La decisión se produce después de que el consejo de administración de General Motors mantuviese reuniones durante todo el fin de semana para analizar la situación y los pasos a seguir en las próximas semanas.
El gobierno del presidente estadounidense, Barack Obama, había establecido que GM necesitaba reducir sus costes laborales, rebajar sus responsabilidades financieras y reestructurar su deuda para seguir recibiendo préstamos públicos.
Desde diciembre, General Motors ha recibido del Departamento del Tesoro unos 20.000 millones de euros en préstamos, lo que le ha permitido seguir operando. Además, el ahora el Gobierno estadounidense proporcionará otros 30.000 millones de dólares para que el fabricante complete su resstructuración.
Asimismo, el presidente del gigante del automóvil también anunciará la clausura en EEUU de 11 factorías y el cierre temporal de otras tres como parte del proceso de reorganización, lo que supondrá la eliminación de 21.000 puestos.
El Gobierno estadounidense mantendrá por el momento el control del 60 por ciento de la «nueva» General Motors, una empresa que contará con un tamaño mucho más reducido que el que tuvo en sus momentos gloriosos de los años 80.
El presidente estadounidense, Barack Obama, quiso lanzar un mensaje de tranquilidad al sector privado al insistir en que el control público del grupo será tan sólo algo temporal: «El Gobierno actúa como un accionista muy renuente», aseguró.
Serán los directivos de la empresa, prometió, los que tomen «las decisiones para darle la vuelta a la compañía» y el Gobierno tan sólo intervendrá en la gestión en los casos más extremos.
«Nuestra meta es contribuir a que GM se recupere… y salirnos rápidamente», reiteró.
El presidente estadounidense expresó su confianza en que la compañía podrá salir rápidamente de su situación de bancarrota, aunque admitió que la recuperación «tendrá un coste».
La compañía ha anunciado el cierre de 14 plantas, tres de ellas de manera temporal, lo que supondrá la desaparición de 21.000 puestos de trabajo, y mantendrá tan sólo cuatro de sus ocho marcas de vehículos actuales.
Otra oportunidad
El presidente de General Motors, Fritz Henderson, aseguró que el día de hoy supone un momento definitivo en la reinvención de General Motors como una compañía de menor tamaño, más centrada en los clientes y más competitiva, que podrá generar rápidamente resultados positivos. Henderson pidió a los clientes de la vieja GM que «nos den otra oportunidad», y mostró su confianza en que la nueva compañía pueda estar operando en unos 60 ó 90 días.
«La crisis económica ha provocado un enorme colapso en la industria del automóvil, pero se nos presenta la oportunidad de reinventar nuestro negocio. El proceso de tutela judicial nos aporta herramientas poderosas para acelerar y completar nuestra reinvención, así como una fuerte protección para los clientes y los negocios», añadió Henderson.
El máximo responsable de la compañía agradeción el respaldo del presidente Obama, del grupo de trabajo sobre automoción del Gobierno estadounidense y de los Gobiernos de Canadá y de Ontario, así como a los contribuyentes de Canadá y Estados Unidos, a los sindicatos y a los trabajadores, a quienes reconoció sus «sacrificios».
«La nueva General Motors se convertirá en un líder a largo plazo en el desarrollo de vehículos eficientes y con nuevas tecnologías, y contribuirá al desarrollo de la ingeniería avanzada y de la capacidad productiva de Estados Unidos, factores críticos para el futuro de la economía de Estados Unidos», concluyó.
Acuerdo con algunos acreedores
A pesar del dramatismo de la medida, General Motors ha conseguido en las últimas horas que un grupo de acreedores que representan algo más del 50% de la deuda no asegurada acepte la última oferta del Tesoro, por la que podrían recibir hasta el 25% de la nueva GM que surja de la reestructuración.
En un documento presentado el pasado jueves ante la Comisión del Mercado de Valores (SEC) de EEUU, General Motors apuntó a que utilizará la sección 363(b) de la Ley de Quiebras.
Se prevé que GM plantee al tribunal un proceso rápido, similar al que está experimentando Chrysler, durante el cual el Gobierno estadounidense comprará los activos rentables y proporcionará unos 21.300 millones de euros para que la empresa siga funcionando en los próximos meses.
Los activos adquiridos por Washington serán la base de la nueva General Motors, cuyo capital estará repartido entre el Departamento del Tesoro (72,5%), el sindicato United Auto Workers (17,5%) y los acreedores (10%).
Los acreedores tendrán la garantía de poder adquirir con facilidad hasta un 25 por ciento de las acciones.
Cierres de empresas
General Motors identificó además las 14 plantas que cerrará en Estados Unidos en los próximos meses como parte de su reorganización, poco después de presentar ante un tribunal su declaración de quiebra.
Cuatro plantas son de montaje, cuatro de estampado y seis de ejes motor.
El primer cierre, en junio, será el de la planta de estampado de Gran Rapids. Las cuatro plantas de montaje cerrarán entre julio y noviembre de este año.
Pero de las cuatro plantas de montaje, dos de ellas (las localizadas en Orion (Michighan) y Spring Hill (Tennessee) cerrarán de forma temporal a la espera de que el aumento de la demanda de vehículos permita su reapertura.
En la misma situación quedará la planta de estampado de Pontiac, también en Michigan, cuyo cierre temporal está previsto para diciembre del 2010.
General Motors advirtió que los cierres se podrían acelerar «dependiendo de la demanda del mercado».
Los cierres reducirán el número total de plantas de montaje, estampado y ejes motor en Estados Unidos de 47 en el 2008 a 34 para finales del 2010 y 33 para el 2012.
La empresa también confirmó que fabricará en Estados Unidos un automóvil de reducidas dimensiones en una de las dos plantas de montaje que cerrará temporalmente.
Esa planta tendrá capacidad para producir 160.000 vehículos al año.
Pero el fabricante no especificó cuándo espera iniciar la producción de ese nuevo vehículo.
GM también dijo que el 31 de diciembre de este año cerrará tres centros de distribución de piezas de repuesto en Boston (Massachusetts), Jacksonville (Florida) y Columbus (Ohio).
El grupo espera que este proceso de reestructuración tenga una duración de entre 30 y 60 días, según informó la empresa en un comunicado. La plantilla de trabajadores por horas en Norteamérica se reducirá de 35.100 a 27.200 empleados, mientras que la red comercial en Estados Unidos se ajustará hasta un máximo de 3.600 centros. Además, reafirma su compromiso en invertir en vehículos y tecnologías más eficientes.