Madonna, quien recientemente se ha separado del cineasta británico Guy Ritchie, no teme a sus 50 años correr riesgos y aventurarse en nuevos campos del mundo del arte, porque, dice, no quiere quedarse estancada.
«El riesgo es el líquido amniótico del artista. No me asusta, me estimula. Con 50 años no quiero permanecer encerrada en una jaula. Ni quedarme embotellada como agua mineral. Si la etiqueta que me habéis atribuido no se corresponde ya con el producto, eso es asunto vuestro», afirma.
Madonna Louise Veronica Ciccone (Bay City, 1958), con antepasados de origen italiano, confiesa estar «muy contenta» de que su primera película se pueda ver en Italia, el país del cineasta Federico Fellini (1920-1993), al que la diva siempre ha admirado y en el que pensó para dirigir uno de sus vídeos musicales.
«En 1993 buscaba un director para el clip de ‘Rain’ y pensé enseguida en él. Le escribí una carta. Me respondió con una carta en la que mostraba una negativa cortés. Supe sólo más tarde que estaba enfermo. Pocos meses después murió», explica la cantante.
«Ese mensaje redactado con su inconfundible caligrafía -agrega- está enmarcado aquí, en el salón de mi casa de Nueva York, al lado de los cuadros de Tamara De Lempicka».
Madonna comenta que siempre ha sentido «envidia y atracción» por los cineastas, ya que escribir y dirigir una película es «un desafío extraordinario».
Pero recuerda: «Yo no soy una becaria del cine. He hecho documentales sobre la vida en la carretera y más recientemente ‘I am because we are’ (documental sobre la pobreza en Malaui). Mi pasión por el cine es antigua, pero no remota. Desde pequeña ya me atraían las imágenes de la gran pantalla».
«¿Sabes qué regalé a mis amigos por Navidad? Un pase privado en mi casa de ‘Rocco y sus hermanos’. Si tuviera que dirigir el ‘remake’ de un clásico, elegiría esta obra de arte de (el director italiano Luchino) Visconti. Y encargaría los trajes a Dolce & Gabbana», sentencia.