La colección de arte que Isaac Albéniz adquirió a lo largo de su vida, así como la correspondencia con personalidades de la época, la biblioteca y objetos personales que reunió en sus estancias en París y Londres se exhiben desde este jueves en una exposición que conmemora el centenario de la muerte del músico.
La exposición, que estará abierta al público en el Museo Diocesano de Barcelona hasta el 20 de septiembre, subraya el papel de Albéniz como «mecenas de artistas», una etiqueta que queda demostrada en los cuadros de su colección personal que se exhiben.
En las salas del Diocesano se pueden contemplar obras de sus «amigos» Ramón Casas, Ignacio Zuloaga, Darío de Regoyos, Santiago Rusiñol, Joan Brull, Joaquim Sunyer, Olga Sacharoff, Joaquim Mir y de su hija Laura Albéniz, una digna pero desconocida representante de la pintura noucentista de principios del siglo XX.
El comisario de la exposición, Pere Jordi Figuerola, ha explicado en la presentación que «manuscritos, libros, dibujos y pinturas tienen un singular valor, ya sea porque sean inéditos o porque ayudan al estudio y comprensión de una de las figuras fundamentales de la música de nuestro país».
Es además, añade Figuerola, el retrato de un período, entre finales del siglo XIX y principios del XX, en el que «nuestros músicos, pintores y escritores iban de la mano de la flor y nata de la cultura europea, entonces asentada en París».
Correspondencia
En un apartado del recorrido se pueden contemplar cartas de Gabriel Fauré, Henri Collet; de Maurice Ravel sobre la orquestación de Iberia por parte de Arthur Rubinstein; una carta de condolencias de Pau Casals enviada a la viuda de Albéniz; u otra de Darío de Regoyos enviada a Rosina Jordana y Laura Albéniz poco antes de su muerte (4 de octubre de 1913).
En otras misivas, Albéniz escribe al Conde de Morphy, secretario particular de Alfonso XII, sobre sus estudios en el conservatorio de Bruselas, donde obtuvo una beca.
Cartas de Eugeni d’Ors, que incluso hace un dibujo de Albéniz, y otras de Albéniz con motivo del estreno de Pepita Jiménez en Praga (1897), o de Merlín en Rusia, completan la correspondencia reunida en la exposición.
En el Diocesano se muestra asimismo el manuscrito del diario de Laura Albéniz, escrito entre 1912 y 1939.
Albéniz quiso devolver la gratitud recibida por sus mecenas, entre ellos el Conde Morphy, y se convirtió en patrocinador de compositores y músicos como el propio Pau Casals, Felip Pedrell o Enric Granados.
En París, Albéniz también continuó con la ayuda a sus compatriotas músicos y así, su casa del 53 de la calle Boulainvilliers acogió en 1907 a Manuel de Falla en su primera estancia en la capital francesa, y apadrinó la representación de «La vida breve» en el Teatro de la Ópera Cómica.
El nivel intelectual de Albéniz queda ilustrado perfectamente, comenta Figuerola, por su biblioteca, en la que hay una primera edición de las Obras Completas de Voltaire (1792), una gramática inglesa para españoles (1841) y un Tratado de canto gregoriano (1890).
La exposición incluye una pequeña sección, a modo de gabinete de curiosidades, con un juego de café de porcelana con las letras AJ (Albéniz Jordana), varios abanicos ochocentistas y otros objetos personales.
Tras su paso por Barcelona, la exposición se exhibirá en el Aula de Cultura de Caixa Penedés en Vilafranca del Penedés, entre diciembre próximo y enero de 2010.