Junto a ellos, se exhiben piezas de destacados autores impresionistas como Cézanne, Gauguin, Manet, Van Gogh, Seurat, Modigliani y el Violinista de cabeza verde, de Marc Chagall, que el fundador del Museo Guggenheim tenía en su ático personal en el Hotel Plaza, de Nueva York.
También se muestran obras de autores expresionistas alemanes, uno de los primeros móviles de Alexander Calder y dos cuadros tempranos de Jackson Pollok, comprados antes de que adquiriera relevancia artística por la sobrina del fundador, Peggy Guggenheim, su gran protectora.
La muestra se cierra con trabajos recientes -de la década de los 90 del pasado siglo-, procedentes de la donación de la Fundación Bohen, de artistas contemporáneos y todavía vivos, como Sophie Calle, Jac Leiner, Hiroshi Suguimoto y Jane y Louise Wilson.
La piezas, procedentes de las colecciones que donaron Solomon R. Guggenheim, Justin K.Thannhauser, Hilla Rebay, Katherine S. Dreier, Peggy Guggenheim y Karl Nierendorf y Bohen, permiten hacer una lectura de los orígenes del arte moderno y de la transición hacia el siglo XXI.
Ofrece una lectura transversal
La exposición, según sus responsables, pretende «dar una imagen de que la gran colección se forma con la unión de otras» y ofrecer «una lectura transversal», ya que aquí se encuentra parte de lo más representativo de las mismas.
Esta introspección sobre cómo se formó la colección se presenta en las salas clásicas de la tercera planta del museo bilbaíno.
Piezas de las donadas por la Fundación Bohen
De forma diferencial, la donación más reciente, la de la Fundación Bohen en el año 2001, se ha dividido de forma temática agrupando obras visuales, fotografías y lenguaje como arte visual.
Con el objetivo de informar al visitante, cada pieza lleva la fotografía del coleccionista que la donó. Todos ellos forman un conjunto muy heterogéneo pero a la vez hay puntos en común. Las colecciones se forman casi a la vez.
La Conservadora Jefe de la Solomon Guggenheim Foundation, Nancy Spector, explicó este jueves en la presentación de la exposición que la propiedad de las obras se solapa, ya que primero pertenecieron a los galeristas Thannhauser y Nierendorf, quienes se las vendieron a Dreier o Solomon Guggenheim.
Arte vanguardista
Bashkoff ha destacado que, aunque todos estos coleccionistas tenían gustos artísticos muy distintos, les unía su carácter visionario, ya que todos ellos se centraban en comprar lo que llamaban «el arte del mañana»; es decir, obras de autores que todavía no habían despuntado en sus carreras, pero a los que les auguraban un gran futuro.
Fundado en 1937 por la Fundación Solomon R. Guggenheim dedicada al arte moderno, el Guggenheim neoyorquino fue llamado en sus inicios museo de pintura no-objetiva, creado para exhibir arte vanguardista de artistas modernos tempranos como Kandinsky y Mondrian, en una sede diseñada por el arquitecto Frank Lloyd Wright.