El informe apunta, asimismo, a la considerable moderación de la inflación, que ha permitido compensar la caída del consumo privado, y a la gradual mejora de los indicadores de confianza en la mayoría de países del área.
El ejecutivo de la UE también analiza el efecto de las medidas puestas en marcha por los Gobiernos para hacer frente a los desórdenes financieros y concluye que éstas -principalmente, inyecciones de capital, concesión de garantías y liberación de activos tóxicos- han contribuido a sanear a las entidades y a impulsar el crédito.
«El funcionamiento del mercado interbancario ha mejorado considerablemente», pero todavía no se ha recuperado la normalidad, agrega el informe, que también recuerda que las entidades deben todavía contabilizar la totalidad de las pérdidas derivadas de las turbulencias financieras.
En cuanto a las medidas de impulso coyuntural, la Comisión valora su papel para reactivar la maltrecha economía del área, pero recuerda que también suponen una considerable presión para las finanzas públicas.
Así, hace hincapié en que el ratio de deuda pública en los países de la moneda única va a pasar del mínimo marcado en 2007 (66% del PIB) al 84% del PIB en 2010, y previsiblemente seguirá subiendo los años posteriores como consecuencia de los abultados déficit públicos.
Este escenario se complica por el incremento de los gastos asociados al envejecimiento, lo que puede generar problemas de sostenibilidad y hace necesario diseñar una «estrategia de salida».