«Algunos responsables estadounidenses y europeos, con sus palabras idiotas sobre Irán, hablan como si ellos mismos no tuvieran problemas y que sólo Irán es el tema», explicó.
Irán es escenario de protestas y disturbios desde que hace dos semanas se conocieran los resultados de los comicios presidenciales, que la oposición ha denunciando como fraudulentos.
En la represión han muerto al menos una veintena de personas -según cifras oficiales- y centenares han sido arrestadas o están en paradero desconocido.
El régimen de Teherán ha acusado a Occidente, y en especial a Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y Alemania de espolear los disturbios y buscar con ello causar lo que ha denominado como una revolución de terciopelo.
El viernes, los ministros de Asuntos Exteriores del grupo de los ocho países más industrializados (G-8) reunidos en la ciudad italiana de Trieste emitieron un comunicado en el que pedían al régimen iraní que respetara la derechos humanos y que solucionara la disputa electoral a través de un diálogo pacífico y democrático.
El portavoz del ministerio iraní de Asuntos Exteriores, Hasan Qashqavi, respondió el sábado que el documento significaba una interferencia en los asuntos internos de Irán.
El viernes, el presidente norteamericano, Barack Obama, negó una vez más que su país haya intervenido en los asuntos iraníes e instó a si colega iraní, Mahmud Ahmadineyad, a que dé explicaciones a las familias de aquellos que han resultado muertos, heridos o arrestados durante las dos últimas semanas de protestas en Irán.
El mandatario norteamericano describió como «vergonzosa» la violencia con la que se han empleado las fuerzas de Seguridad y las milicias islámica «Basij» y advirtió que el mundo miraba y condenaba estas acciones.
Ahmadineyad respondió a Obama que su postura respecto a las controvertidas elecciones en Irán cuestiona la veracidad de sus intenciones de cambio.