Cinco días y medio se tarda en recorrer el Centro Histórico de Ciudad de México, según la Guía Michelín. Y no es para menos. Al aterrizar en la capital mexicana, uno puede sentirse abrumado ante la vasta inmensidad de una ciudad que parece no tener fin. A través de la mezcla de sugerentes y extensos parajes naturales, el patrimonio cultural de antigüedad milenaria y las más modernas infraestructuras, la ciudad se ha convertido en el centro neurálgico de Latinoamérica.
12 millones de turistas visitan México D.F. cada año. La cultura azteca, que ha sobrevivido a siglos de cambios y desarrollo desde que se fundará la ciudad, en 1325, tiene buena culpa de ello. El Centro histórico conserva 1436 monumentos, además de tener 100 museos, 50 galerías y varias zonas arqueológicas, algunas prácticamente desconocidas.
En Cuicuilco, localidad arqueológica ubicada en el sudoeste del valle de México, se pueden observar 8 de los múltiples edificios religiosos y habitacionales que existieron, entre ellos la llamada “pirámide circular” e incluso los restos del sistema hidráulico que abastecía a la ciudad.
En el Templo Mayor se pueden contemplar, por otra parte, piezas magníficas como la estatua de Coatlicue, una de las más destacadas de la escultura colosal azteca, y la Piedra del Sol, disco de basalto con inscripciones alusivas a la mitología de la América precolombina.
Pero la ciudad más antigua de América va más allá. En lugar de quedar estancada en la cultura tradicional, la colonización posibilitó una mezcla de elementos indígenas y europeos de gran valor artístico. Tal degustación cultural merece unos largos paseos por el Centro Histórico, que con su gran variedad de estilos arquitectónicos, sus monumentos, sus más de 100 teatros, sus coloridos mercados, su ambiente cosmopolita y su Zócalo, la tercera plaza más grandes del mundo, satisface el esfuerzo de cualquier caminante. No en vano es considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Además, Ciudad de México cuenta con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el centro más reconocido de toda Latinoamérica y el mayor del mundo de habla hispana, recientemente galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
Pero la capital mexicana creció también pensando en verde. Algunos de los principales parques de los principales parques y bosques de la Zona Metropolitana son el Bosque de Aragón, el Bosque de Coyotes, el Parque Hundido, El Cerro de la Estrella, el Parque Nacional Desierto de los Leones, Cumbres del Ajusco, el Parque Natural Sierra de Guadalupe, los jardines Alameda y el Parque Tezozómoc.
Conviene destacar dos. Por una parte, el Bosque de Chapultepec, el parque más grande dentro de una ciudad, con 6’6 millones de metros cuadrados. Cerca de la zona de negocios de la capital, aquí se localizan los principales alojamientos de la ciudad, además de importantes edificios, lagos, lugares de ocio como el zoológico, restaurantes, centros culturales y museos como el de Antropología.
Por otra, Xochimilco, también Patrimonio Cultural de la Humanidad y cuyo principal atracción son los canales donde se puede navegar tranquilamente a bordo de trajineras, embarcaciones adornadas con flores incrustadas, disfrutando de comida típica que se vende en los alrededores de los embarcaderos. La existencia de una amplia zona de chinampas, y la persistencia de sus tradiciones rurales lo convierten en un sitio único, además de ser el lugar ideal para pasar un gran día junto a toda la familia.
Con un excelente clima todo el año y una gastronomía local símbolo de su tradición cultural, no hay excusas para no visitar la cuna de Latinoamericana.