“Él adoraba Nueva York. La idolatraba de un modo desproporcionado… la sentimentalizaba desmesuradamente (…) para él, sin importar la época del año, aquella seguía siendo una ciudad en blanco y negro que latía a los acordes de las melodías de George Gershwin (…) Él era tan duro como la ciudad a la que amaba. Tras sus gafas de montura negra se agazapaba el vibrante poder sexual de un jaguar (…) Nueva York era su ciudad y siempre lo sería”.
Con esas palabras, el director y actor Woody Allen presentaba Manhattan, una película sobre la ciudad de los rascacielos, de la estatua de la libertad y del Empire State , de los taxis amarillos y del Central Park, de los grandes museos y los acogedores locales de jazz, de los variopintos puestos de comida callejeros, de los Knicks, los Yankees y los Giants, del movimiento constante y de las gentes de todo el mundo… Su ciudad, “la ciudad que nunca duerme”.
Situada en la costa Este de los Estados Unidos, Nueva York está bañada por el Océano Atlántico en el que desemboca el río Hudson, que atraviesa todo el estado. Brooklyn, Queens, Bronx, Staten Island y, por supuesto, Manhattan son los cincos estados que conforman esta moderna, gigantesca y cosmopolita ciudad.
Más allá de sus impresionantes rascacielos, sus kilométricos y, al mismo tiempo, acogedores parques, sus monumentos y sus calles de película, Nueva York destaca por tener una oferta de cultura y de ocio inigualable en cualquier otro punto del planeta.
El Lincoln Center for the Performing Arts, que incluye el Jazz at Lincoln Center, la Ópera del Metropolitan, la Ópera de Nueva York, la Filarmónica de Nueva York, el Ballet de Nueva York, el Teatro Vivian Beaumont, la Juilliard School y el Alice Tully Hall, es el centro de artes escénicas más grande de los Estados Unidos.
Además, Central Park SummerStage presenta actuaciones teatrales y de música gratuitas en el Central Park -el pulmón de Manhattan con varios senderos, lagos, espacios abiertos y zonas boscosas que reciben unos 25 millones de visitantes anuales- y 1.200 eventos de música, baile y teatro en los cinco distritos en los meses de verano.
La sala de conciertos Carnegie Hall y el Museo Metropolitano de Arte completan una oferta innumerable en la que los musicales de Broadway ocupan un lugar especial como la esencia de la propia ciudad.
Pero la cultura neoyorkina no se vive solo en los grandes edificios, sino que se respira en la calle. Movimientos como el renacimiento de Harlem en literatura, el hip hop, el jazz, el punk y el indie-rock en la música y el expresionismo abstracto (Escuela de Nueva York) en el arte crecieron al mismo tiempo que una ciudad cuyo 36% de la población no nació en Estados Unidos y donde se hablan 170 idiomas.
Para los que se conformen con pasear por sus enormes calles hay dos zonas que no se pueden perder: Wall Street, considerado el corazón histórico del distrito financiero más importante del mundo y permanente hogar de la bolsa de valores, y Times Square, la principal plaza y una importante intersección en la esquina de Broadway y la Séptima Avenida, icono mundial en la celebración de año nuevo.
El ocio y al consumo son otras dos grandes razones para visitar Nueva York. Desde las tiendas más lujosas de las mejores marcas hasta los regateos de China Town, la ciudad norteamericana tiene un lugar para todo el mundo, con mención especial a los almacenes Macy’s, los más grandes del mundo, los de la Quinta Avenida (Saks, Barneys, Bloomingdale’s…) y el Soho, barrio clásico y bohemio con edificios antiguos y la mayor variedad de productos.
En cuanto a la gastronomía, Nueva York destaca por tener algunos de los restaurantes más lujosos de Estados Unidos, ideales para las cenas más íntimas; y los locales más variados de comida rápida, influenciados por todas las culturas que se dan cita en la ciudad y la mejor opción para los que prefieren gastar su dinero más avanzada la noche, en las diferentes cervecerías, pubs con música en directo y discotecas que hacen que “la ciudad nunca duerma”.
En definitiva, una ciudad de película donde todos tienen cabida.