«Empiezan a surgir dudas y aumentan las expectativas que aún no han sido satisfechas. El índice de popularidad del cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos se tambalea. Aún es demasiado pronto. Pero en el tiempo simbólico y mediático de los electores, puede que sea demasiado tarde. Es por ello por lo que Barack Obama hace “presión” para conseguir la aprobación de su reforma sanitaria antes del descanso estival. Este éxito contrastaría con el fracaso de Bill y Hillary Clinton en el mismo ámbito. Y a la espera de que las repercusiones de la reforma se hagan sentir –un aumento del déficit, según los republicanos; recuperación de la confianza, según la Casa Blanca- el voto del Congreso sería una victoria psicológica que permitiría a Barack Obama volver a afirmar: Yes, we can».