Ya de madrugada en España, Tommy Robredo, decimocuarto favorito, se impuso en el duelo entre españoles a Guillermo García López (6-4, 4-6, 6-2 y 6-4) y acompañar a Verdasco en la tercera ronda.
Verdasco advirtió días atrás sensaciones similares a las de principio de año, en el Abierto de Australia, cuando generó su mejor imagen como jugador. Fue semifinalista. Cayó en la orilla de la final.
New Haven, con una superficie similar a las de Flushing Meadows, contempló el rendimiento del madrileño, que ganó allí su primer título del año. El primero también en pista dura. No tuvo contemplaciones ante el estadounidense Robert Kendrick, 61 del mundo. Y espera ahora al alemán Tommy Haas, vigésimo cabeza de serie, que tumbó al estadounidense Robert Kendrick (6-4, 6-4 y 7-6(3)). Son palabras mayores el germano, otrora dos del mundo.
A la espera del devenir del resto de españoles, Rafael Nadal progresa en su puesta a punto para medirse a Kiefer.
La solvencia con la que atravesó su arranque en Nueva York, en el reencuentro con un Grand Slam tras su eliminación de Roland Garros y su ausencia en Wimbledon, ha alentado las expectativas alrededor del balear. A pesar de la fragilidad que demostró el francés Richard Gasquet, su primer adversario. Nadal cumplió con su rutina. Tratamiento preventivo y restablecimiento físico, habitual tras un partido.
En pista, se ejercitó durante una hora y media con un júnior estadounidense de diecisiete años, al que evaluaba su padre. En la pista 1 de entrenamientos del Centro Nacional de Tenis Billie Jean King. La más alejada del bullicio popular, que se dispara con la presencia del balear por las instalaciones.
Nadal espera a Nicolas Kiefer, su próximo rival y al que ha ganado siempre. El germano cumple su décima presencia en Nueva York, adonde regresó el año pasado después de dos de ausencia. Son unos cuartos de final, en el 2000, cuando llegó a ser el mejor tenista alemán, cuarto del mundo, su mejor resultado.
Sorpresas en el cuadro femenino
En Flushing Meadows el cuadro femenino vive en permanente convulsión. Sobre todo tras el anuncio de la serbia Ana Ivanovic, otrora número uno del mundo, de abandonar temporalmente el tenis. Invadida por la decepción tras su derrota en el primer partido contra la ucraniana Kateryna Bondarenko, la jugadora de Belgrado está decidida a colgar, por ahora, la raqueta.
La agitación en el torneo de mujeres se acentuó en la cuarta sesión, con la eliminación de la cuarta y quinta favoritas, la rusa Elena Dementieva y la balcánica Jelena Jankovic, y las permanentes advertencias que padece de sus rivales la número uno del mundo, Dinara Safina, este jueves, de nuevo, contra las cuerdas.
La finalista del pasado año, Jankovic, pasó a formar parte de la relación de despedidas ilustres. Fue apeada por la kazako Yaroslava Shvedova en la segunda ronda de la competición (6-3, 6-7 (4) y 7-6(6), después de desechar dos puntos de partido.
Antes, la rusa Elena Dementieva, cuarta cabeza de serie, campeona olímpica y finalista en 2004, igual que en Wimbledon, perdió ante la estadounidense Melanie Oudin (5-7, 6-4 y 6-3).
La moscovita era una de las aspirantes. Siempre lo es. Sin embargo, fue contracorriente ante una rival fijada en el puesto 70 del ránking, de diecisiete años, que ha conseguido, en su segunda participación en Nueva York, el resultado más llamativo de su carrera.
A ambas hay que añadir las dificultades que vivió la número uno del mundo, la rusa Dinara Safina, que volvió a necesitar los tres sets para batir a la alemana Angelique Barrois.
La dominadora del circuito femenino mostró otra vez su peculiar destreza para gastar más fuerzas de las necesarias. Tal y como sucedió en su estreno contra la australiana Olivia Rogowska y, también ahora, con la alemana Kristina Barrois.
La jugadora rusa, que busca el primer ‘major’ de su carrera, volvió a necesitar los tres sets para salir adelante (6-7(3), 6-2 y 6-3) y mantenerse como candidata.