«Tras una recesión normal hay un rebote, pero en este caso este rebote puede no ser muy fuerte o simplemente no llegar», dijo en una rueda de prensa Olivier Blanchard, el economista jefe de FMI.
La debilidad de la recuperación hará que probablemente los países desarrollados no recobren el Producto Interno Bruto (PIB) perdido, como ocurrió en las economías emergentes durante la crisis de la deuda de los años 80, según el Fondo.
En episodios similares en el pasado, esa pérdida ascendió al 10 por ciento del PIB siete años después de la crisis, de acuerdo con el FMI, que analizó 88 casos en los últimos 40 años.
Esos resultados tienen implicaciones muy serias debido al alcance planetario de los problemas, pues el PIB combinado de los países que están inmersos en la crisis equivale a casi la mitad del producto de las naciones avanzadas y un cuarto del PIB mundial.
La destrucción de riqueza se debe a que el alto desempleo suele persistir durante largo tiempo, ya que es necesaria una transferencia de mano de obra entre sectores.
En países que pasan por una crisis inmobiliaria, los trabajadores de la construcción excedentes tienen que buscarse ocupaciones en otras áreas y lo mismo deben hacer ex empleados del sector financiero en naciones como Estados Unidos, donde había alcanzado un tamaño desproporcionado.
Además, las crisis bancarias destruyen capital al reducir la inversión por la escasez de crédito y disminuyen la productividad, según el Fondo.
Pero no todo está perdido. Las medidas «enérgicas» de estímulo fiscal y monetario adoptadas hasta ahora deberían paliar el calado de la crisis a medio plazo, a juicio de la institución.
Reformas estructurales
Asimismo, el FMI instó a los países a llevar a cabo reformas que faciliten el ajuste de la economía, en particular cambios en el mercado laboral que fomenten la transferencia de trabajadores de unos sectores a otros.
En su informe, el organismo también abordó cómo rediseñar la política monetaria para que no contribuya a inflar burbujas peligrosas como la que dio lugar a la crisis actual.
Su recomendación es que se amplíen los mandatos de los bancos centrales, de forma que no se ocupen exclusivamente de mantener a raya a la inflación, sino que suban las tasas de interés también cuando perciban una escalada peligrosa de los precios de los activos.
Con ello, se sumó a las voces que piden en Europa y Estados Unidos un rediseño de las funciones de los bancos centrales respectivos para que se ocupen también de la estabilidad financiera.
A la Reserva Federal se le ha achacado parte de la culpa de la crisis por dejar el tipo de interés de referencia en el 1 por ciento en 2003 como respuesta a la debilidad económica y sólo subir el valor del dinero muy pausadamente.
La bola de crédito fácil que se formó entonces y que disparó el mercado inmobiliario vino a reventar en los problemas actuales, de acuerdo algunos expertos, con los que parece concordar el FMI.
El organismo recomendó que los bancos centrales suban las tasas de interés «antes y más» en cuando vean señales de recalentamiento económico o burbujas en el crédito o los precios de los activos.
El problema, por supuesto, es determinar cuándo se trata de una burbuja y cuándo de una subida legítima de los valores, justificada por ganancias en la productividad.
Algunos indicadores que pueden orientar a las autoridades son la explosión del crédito, de la inversión en viviendas y de los déficit por cuenta corriente, que suelen anteceder a un desplome de precios, según el Fondo.
En todo caso, el organismo pidió «expectativas realistas» sobre lo que pueden lograr los bancos centrales y que se acepte la posibilidad de que se equivoquen.